jueves, 29 de enero de 2015

Transferir, Mitigar o Aceptar

publicado el 29 de Enero de 2015, en la columna "Con peras y manzanas" del Diario de Morelos

Siempre fui muy miedosa. De niña recuerdo que el miedo a caer me tuvo lejos de la bicicleta más tiempo que a mis primos. El riesgo y sus consecuencias me parecían inmanejables. Así que las ganas de divertirme como enana al treparme a la bici e ir al parque con todos se peleaba con el pánico de caerme y tener un accidente grave. Años después, enfrenté dilemas similares con la vespa de mi vecina, el vocho de mis amigos o la idea de esquiar en Teques. Mi estrategia ante el riesgo, por muchos años, fue evitar la actividad ante cualquier posibilidad de un desenlace negativo. Así que viví una infancia y adolescencia muy segura, pero hoy a mis 45 años, reconozco que me perdí de muchas experiencias de aprendizaje al tener esa actitud excesivamente precavida.
Afortunadamente, conforme pasó el tiempo, me fui dando cuenta de que los riesgos se encontraban en ambos lados de los dilemas. No ir en bici con mis amigos al parque me confinaba a pasar más tiempo en casa viendo tele, comiendo golosinas y afectando mi salud física y social. Ese riesgo, no tan evidente en el momento, era aún más probable que el de un accidente grave camino al parque  y “sin querer” lo asumí, lo corrí y lo padecí.

El análisis de riesgos es una tarea necesaria para todos los que diseñan, ejecutan y supervisan proyectos. Para construir un plan es indispensable que analicemos aquellos eventos que obstaculizan su éxito. Así como ver que tan probable es que esos riesgos ocurran y establecer que impacto tendrían en el costo, duración y alcance del proyecto que planeamos. Pero, más importante aún que detectar estas posibilidades y la gravedad de su ocurrencia es fundamental decidir qué estrategia utilizaremos en caso de que el riesgo suceda. Podemos transferir el riesgo a otra parte del proceso; por ejemplo, en el paseo en bicicleta para no caerme de la bici por inexperta, si me subía a la bici de alguien más como acompañante, habría transferido el riesgo a un conductor más experimentado y disfrutado igual del paseo y del parque. También podemos mitigar el riesgo o las consecuencias de este. Es decir, para mitigar el riesgo de caerme de la bici hubiera sido inteligente usar coderas, rodilleras y casco; o practicar más; o las dos cosas. De esta forma habría bajado la probabilidad de los eventos “caer por falta de experiencia” y “dolor y heridas por una caída”. Y finalmente, ante algunos riesgos la estrategia más adecuada es aceptarlos. Todos hemos recorrido paseos de vida en los que, a pesar de los riesgos inherentes, la vista, la experiencia y el destino bien han valido la pena los riesgos del trayecto.

jueves, 22 de enero de 2015

Los quinceañeros de hoy

publicado el 22 de Enero de 2015, en la columna "Con peras y manzanas" del Diario de Morelos

Corría el año de 1984 cuando cumplí “mis quince” e invité a siete amigos a comer a casa. A pesar de que mi madre pasó casi un año preguntándome por mi fiesta de XV años, decidí no hacerlos gastar en vano. Nunca me ilusionó el paquete del vestido, el baile, los chaperones y el show. En mi día, estrené un jumpsuit con hombreras, muy de los ochentas, fui a clases y pasé la tarde de ese martes platicando con mis amigos y comiendo pastel. Nuestra mayor preocupación esa tarde era la tarea de la semana, o el proyecto de fin de semestre.
Este año, el 15 de enero para ser precisa, dio inicio un movimiento, Acción 2015, que tiene en mente a los quinceañeros del 2015. Esta generación que nació en el 2000, el año en que los líderes mundiales se comprometieron a trabajar juntos para alcanzar las Metas de Desarrollo del Milenio, hoy se manifiesta expresando que necesita más. En un colectivo que abarca más de 1000 organizaciones en 120 países, la principal preocupación es lograr un mundo libre de pobreza extrema, desigualdad y que mitigue exitosamente el cambio climático. Acción 2015 reconoce que sólo mediante el compromiso activo de los líderes del mundo en conjunto con la comunidad mundial, podemos lograr que otro mundo sea posible. El objetivo es concientizar a nuestros gobernantes para tomar decisiones y realizar compromisos que nos acerquen a una realidad diferente; y lo más importante, a ser parte de esas acciones en pro de la equidad, la sustentabilidad, la tolerancia y el bienestar comunitario. En septiembre, las Metas de Desarrollo de Milenio serán sustituidas por un nuevo conjunto de metas, las Metas del Desarrollo Sustentable, esta es una oportunidad que debemos aprovechar para terminar con la pobreza, la desigualdad y detener la destrucción ambiental.

En la página web del movimiento (http://www.action2015.org/), hay testimoniales de personas en todo el planeta, muchas de ellas de sólo 15 años, preocupadas por el mundo en que vivimos. El compromiso de todos los que hace rato fuimos quinceañeros debería ser darles la oportunidad a los quinceañeros de hoy y de mañana de disfrutar de un mundo libre, libre de opresión, de intolerancia, y de dolorosa inequidad. Participemos en este movimiento desde hoy, buscando en aquellos candidatos que quieren nuestro voto para las elecciones en junio, ese compromiso con metas más altas que sus bolsillos, sus egos y sus familias. Seamos parte de un cambio en la forma del gobernar y de ser gobernados. Participemos, preguntemos, exijamos y hagamos que el sufragio sea la mejor manera de lograr las metas del trienio, del sexenio y, ¿por qué no?, del milenio.

jueves, 15 de enero de 2015

Desarrollo, pero Sustentable

publicado el 15 de Enero de 2015, en la columna "Con peras y manzanas" del Diario de Morelos

¿Por qué añadir “sustentabilidad” a un programa de desarrollo? Porque tal cómo la anécdota popular nos relata, si el campesino vende toda su semilla a las primeras de cambio (sin guardar un poco para la siguiente siembra y su posterior cosecha), luego ¿qué vende? Tal pareciera que entre más importante es la decisión de ¿a dónde dirigir las inversiones?, más se omite la consideración de ¿y luego que venderemos? De tal forma que, en lo local devastamos poco a poco a nuestro entorno. Estamos despojando a las ciudades, de aquello que les confería valor. En un intento desesperado por generar recursos, por “hacer la mayor cantidad de dinero posible” hemos omitido, por años, el cálculo de lo que estos proyectos de “desarrollo económico” le cuestan a la comunidad que pretenden beneficiar. Es precisamente en el marco del desarrollo sustentable, donde estos costos se hacen explícitos y se comprende de manera integral lo que un proyecto genera, y contra que lo genera. Citando a Víctor Urquidi, entendemos que el desarrollo sustentable “es aquel que se lleva a cabo sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades… y está implícita la preocupación por la igualdad social dentro de cada generación.” O parafraseando a Manuel Martínez, el desarrollo sustentable es “alcanzar el bienestar de las personas al considerar simultáneamente aspectos sociales, económicos, ambientales e institucionales, y también tomar en cuenta a las generaciones futuras y a los más desprotegidos del presente.”
Anteriormente, al problema que plantea el crecimiento de la población y su necesidad de espacios dignos de vivienda, respondíamos con soluciones que dañaban los recursos naturales, agravando la problemática urbana. Esta tradición de tapar huecos cavando hoyos en otro lado, sólo puede atacarse desde la innovación y la creatividad. Requerimos de proyectos innovadores con una visión sustentable, cuyos horizontes se extiendan no a los siguientes 3 ó 6 años, sino que abarquen espectros integrales tres o cuatro veces más largos (entre más, mejor). Es más, hay que lograr proyectos incluyentes donde se busque beneficiar a la población involucrada, no con un enfoque asistencial, sino con un enfoque de desarrollo comunitario, de respeto e igualdad social. Para alcanzar un desarrollo sustentable, necesitamos antes que cualquier otra cosa, entender nuestro entorno, conocer nuestros recursos, tener una clara conciencia de cuál es la realidad de nuestro entorno y trabajar con ella.

El gran patrimonio natural de Morelos es su clima, en particular, el de Cuernavaca, la ciudad de la eterna primavera. Este clima no es gratuito, se debe a la geografía de nuestra entidad, a la disposición de las barrancas, a la vegetación de la reserva del Chichinautzin, a contar con grandes extensiones de tierra permeables al agua de lluvia, que renuevan nuestros mantos acuíferos por un lado y le dan esa saludable combinación de lluvia nocturna a nuestra ciudad en la época más calurosa del año. Es sentido común (que como dijera H. Greele, a veces parece ser “el menos común de los sentidos”), cuidar este patrimonio climático. Además, Morelos cuenta con otro patrimonio, desafortunadamente no tan conocido como el clima, pero que tiene la capacidad de lograr que Morelos un estado de primer mundo: su patrimonio científico-tecnológico.

jueves, 8 de enero de 2015

Vámonos bien-informando

publicado el 08 de Enero de 2015, en la columna "Con peras y manzanas" del Diario de Morelos

En este receso de actividad regular que nos regalan las festividades de fin de año, pasé mucho tiempo navegando por las Redes Sociales con más atención de la acostumbrada. Me topé con todo tipo de debates y discusiones entre amigos, conocidos y sus contactos. La diversidad de los temas me encantó, señal de la pluralidad de las redes a las que me he ido integrando con los años. Sin embargo, vi un común denominador en todas las discusiones, el exceso de mala información que nos inunda, genera confusión y desorienta hasta a los más críticos lectores.
Algunos recordamos la era pre-Internet, en aquellos tiempos si queríamos información debíamos leer periódicos, enciclopedias o diccionarios. Y pocos teníamos acceso a todo ese acervo de información en casa. Así que, si pretendíamos opinar informadamente sobre cualquier tema era necesario visitar una biblioteca o una hemeroteca y sumergirnos en el mar de fichas, libros, revistas y periódicos para obtener conocimiento. Desde hace algunos años, internet y sus máquinas de búsqueda (google, bing, msn, etc.) nos han facilitado la tarea. Basta teclear lo que queremos y en segundos hay miles de enlaces con información relacionado a lo que buscamos. Si antes padecíamos de sub-información, hoy tenemos el mal complementario, vivimos sobre-informados. Tenemos datos y escritos por toda la red, pues todos podemos subir un artículo a Wikipedia, crear una página web o armar un perfil en Facebook. Hemos popularizado la emisión de mensajes al mundo; sin embargo, lo que es un gran logro para la democratización de los medios de comunicación, trae consigo un reto aún mayor, aprender a valorar la información y discriminar la falsa, tendenciosa e inútil.

En un intento por “salvar” a las comunidades del riesgo de vivir mal-informados, se han generado máquinas de búsqueda como Halalgoogling, que filtra el contenido de los resultados de una búsqueda, para que sólo se muestren los que la Ley Islámica considera correctos. Personalmente, creo que la solución no está en contar con una autoridad que nos diga que es correcto leer, o conocer. Creo que lo realmente importante es fortalecer nuestro pensamiento crítico y perseverar en la búsqueda de información congruente para lograr formar una base de conocimiento que nos permita tomar mejores decisiones. Aprendamos a desconfiar en primera instancia de las fuentes que sólo dan opiniones sin basarla en evidencia concreta. Ayudemos a informar correctamente cuidando más la información que nosotros emitimos en las redes; corroboremos las fuentes y los datos para poder construir conocimiento de calidad. 

domingo, 4 de enero de 2015

Fechas, plazos y metas

publicado el 04 de Enero de 2015, en la columna "Con peras y manzanas" del Diario de Morelos

Hasta hace unos años, dedicaba varias horas durante diciembre a preparar la lista de mis propósitos de Año Nuevo. Dejé de hacerlo cuando me percaté que año con año, la lista se mantenía prácticamente igual: hacer ejercicio regularmente, bajar de peso, leer más, ahorrar algo, pagar deudas y pasar más tiempo con la familia. El problema con mi lista era lo poco medible que era. No contenía fechas, cantidades, ni metas intermedias. Me di cuenta que, a pesar de que parte de mi labor académica y profesional gira alrededor de la generación de indicadores para la sustentabilidad y el progreso de comunidades o instituciones, no aplicaba las reglas básicas de la construcción de indicadores en el seguimiento de mi progreso personal. El principio es que no podemos mejorar lo que no medimos y por tanto, nuestras metas deben estar asociadas a indicadores que sean medibles con facilidad, precisión y objetividad en plazos bien definidos.
Este 2015 vence uno de los plazos más importantes para el mundo que habitamos, las Metas de Desarrollo del Milenio. Resulta que en la Cumbre del Milenio, realizada en septiembre de 2000, los líderes del mundo adoptaron la Declaración del Milenio en la que se comprometieron a trabajar de manera conjunta para reducir la extrema pobreza y proponer una serie de objetivos con horizonte temporal, que se conocen como las Metas de Desarrollo del Milenio. Estas metas son: erradicar la pobreza extrema y el hambre; lograr la enseñanza primaria universal; promover la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer; reducir la mortalidad infantil; mejorar la salud materna; combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades; garantizar la sostenibilidad del medio ambiente; y fomentar una alianza mundial para el desarrollo. En congruencia con el principio de que para mejorar hay que medir, las metas tienen asociados 16 indicadores que se han estado monitoreando continuamente en 9 regiones del mundo: África septentrional, África subsahariana, Asia oriental, Asia sudoriental, Asia meridional, Asia occidental, Oceanía, Latinoamérica y el Caribe, y el Cáucaso y Asia central. En internet se encuentra en avance al 2013 de estos indicadores (http://mdgs.un.org/unsd/mdg/Resources/Static/Products/Progress2013/Progress_S.pdf). El avance en estas metas ha sido motivo para replantear nuevos objetivos y pensar en el mundo post-2015. En estos días las Naciones Unidas promueve la discusión sobre qué puede hacer la comunidad mundial para que en 2030 podamos terminar con la pobreza y transformar vidas mientras protegemos al ambiente.

Que nuestra evaluación personal, los éxitos y los fracasos, sirva de base para plantearnos objetivos claros que nos permitan, poco a poco, alcanzar el bienestar en el marco del desarrollo sustentable. ¡Feliz y sustentable 2015 tengamos todos!