enviado a publicación el 16 de
noviembre de 2010 en La Jornada Morelos
Le tengo una propuesta
irrechazable y “decorosa”. ¿Qué tal si, en el patio de su casa, en ese espacio
que le sobra, ahí al ladito de su portón, traemos un proyecto de inversión? Le
explico mejor, antes de que me ponga cara de susto y pregunte “¿y yo, por qué?”
o mejor dicho “¿en mi patio, por qué?
Usted
solamente pone el terreno, que le compraremos a muy buen precio. Con esta
inversión, de la mitad de su presupuesto familiar anual (la inversión total, de
la que el terreno es una mínima fracción), vamos a solucionar sus problemas
energéticos. No tendrá que preocuparse por la escasez energética; además, un
proyecto así representará fuentes de empleo para sus vecinos (o para usted y
sus familiares), pues construirla requerirá mano de obra, y operar las
instalaciones también. En el entendido de que, si usted o sus familiares no
tienen el perfil, ¡con la pena!, tendremos que contratar a sus vecinos, quienes
estarán muy agradecidos. Además, con una inversión así, será reconocido por sus
colegas como un gran administrador.
Suena
bien, ¿verdad?
Que la instalación requiere un
suministro constante de gas, y no del de su tanque estacionario, sino gas
natural, para lo que tendremos que construir un gasoducto que atraviese toda su
casa, es un detalle.
Que generará tanta energía
eléctrica que se venderá también a sus vecinos, venta de la que a usted no le
tocará un peso, es otro detalle.
Que vamos a utilizar grandes
cantidades de agua en la construcción y operación del proyecto, es otro
detalle.
Que, además, debido a la generación
de azufre, habrá contaminación del aire y del entorno cercano (pero sólo muy
cercano, no se preocupe usted, nada que perjudique a los vecinos), y cuando el
viento sople en contra, las emisiones de vapor “limpias” entrarán a su casa; es
otro detalle.
Que la estética de su patio (y
toda su casa por consecuencia) se verá afectada y tendrá menos visitantes, de
esos que apreciaban su espacio para tenderse al sol y disfrutar de la
naturaleza, es otro detalle.
Que
usted seguirá pagando la luz a la
tarifa de costumbre, es, efectivamente, otro detalle.
Ante este alud de detalles, las
comillas sobre lo “decoroso” de la propuesta se justifican, y lo irrechazable
deja de serlo, ¿verdad?
Una
propuesta similar le están haciendo, mientras lee usted estas líneas, al
Congreso de la Unión, sólo que la casa de usted es nuestro Estado de Morelos;
el patio, Yecapixtla; los visitantes, el turismo (la industria más importante
en nuestro estado) y la inversión millonaria (de poco más de la mitad del Presupuesto
de Egresos del Estado de Morelos) se destinará a la construcción de dos
termoeléctricas de 600 MW y el gasoducto que las alimentará. Estas
termoeléctricas generarán más de 3 veces la energía que consumimos en Morelos. El
excedente lo enviaremos a quienes la requieran, como el Distrito Federal o el
Estado de México, quienes podrán consumirla sin el gasto de agua, ni la carga
contaminante en sus espacios vitales. Además de este altruismo solidario hacia
aquellas entidades que consumen más energía, los promotores de este mega
proyecto señalan que el gasoducto alimentará a la industria morelense. Sin
embargo, falta información precisa sobre “detalles” muy importantes del
proyecto, ¿qué industria se beneficiará con el gasoducto?, ¿a cuánto asciende
el beneficio económico para este sector?, ¿quiénes pagarán esta extensión del
gasoducto?
No
sé usted, pero yo, cuando recibo una propuesta que involucra mi patrimonio y
bienestar, la analizo con cuidado y más en el largo plazo. Tanto, que consulto
las fuentes especializadas que puedan ayudarme a tomar una mejor decisión. Para
este breve artículo, por ejemplo, consulté las estadísticas de la SENER, el
Presupuesto de Egresos del Estado de Morelos, varios artículos en Internet y a
un par de académicos miembros de las Academias de Ciencias de Morelos y de
Ingeniería de México, que me ayudaron a calcular el impacto que un proyecto de
esta naturaleza tendría.
No
espero que las autoridades estatales sepan todo. Es más, clara y
contundentemente han demostrado que, igual que el resto de nosotros, saben bien
poco de un sinnúmero de temas; pero sí espero que consulten a los expertos.
Especialmente cuando no pierden oportunidad en recordarme lo importante que es
la comunidad científica de la entidad y lo necesario que es acercar a los
investigadores a la realidad estatal. “A predicar con el ejemplo”, me decía mi
abuelita.
Por
si fuera poco, los expertos en energía, ingeniería y ambiente están, literalmente,
a la vuelta de la esquina, agrupados en tres respetabilísimas asociaciones
académicas, ajenos a compromisos políticos o institucionales: la Academia de
Ciencias de Morelos, la Academia de Ciencias Sociales y Humanidades del Estado
de Morelos y la Academia de Ingeniería de México, Coordinación Regional Centro.
“Morelos:
tierra del conocimiento”, es el slogan
que tan orgullosos nos hace sentir a muchos.
Apliquemos ese conocimiento que nos es reconocido a nivel internacional
y encontremos proyectos de generación de riqueza congruentes con nuestras
fortalezas y capacidades; que privilegien nuestro entorno; que sean
sustentables e innovadores.
Generemos
energía, pero de fuentes renovables cuya infraestructura ya sea condición
existente en Morelos, como la energía solar. No fue casualidad que hace más de
treinta años la UNAM eligiera a Temixco como sede del entonces Laboratorio de
Energía Solar, hoy Centro de Investigación en Energía. Centro que recibió en
1999, la “Venera José Ma. Morelos y Pavón / Morelenses de Excelencia”.
El
gobierno estatal conoce bien la fortaleza académica en la entidad, ha
reconocido el liderazgo en energías renovables, ha expresado su compromiso con
la ciencia, la tecnología y la innovación y ha prometido mayores inversiones en
el rubro de desarrollo tecnológico; sólo falta que sea congruente entre el
dicho y el hecho, “nada más”.