jueves, 23 de enero de 2014

¿Porque lo mando yo?

publicado el 23 de enero de 2014, en la columna "Con peras y manzanas" del Diario de Morelos

Hace veintidós años, en un baby-shower me regalaron un libro de educación para nuevos padres que versaba sobre regresar a los modelos autoritarios del pasado. Siempre he considerado que recurrir exclusivamente al argumento de la autoridad para poner en práctica algo es un recurso obsoleto, pobre y extremo. Enfatizo el exclusivamente, pues creo que el sistema de autoridades existe en nuestra sociedad para facilitar las cosas, establece jerarquías y reglas cotidianas que nos permiten convivir fácilmente y nos evitan entrar en disertaciones eternas en el actuar.
Por ejemplo, los reglamentos de tránsito establecen que, en una glorieta, la preferencia la tienen los que ya están en la glorieta y quieren salir, sobre quienes quieren entrar. Si dedicamos unos minutos a pensar la razón de esta “regla autoritaria”, entendemos que, en caso contrario, tendríamos en un caso hipotético glorietas infinitamente llenas, donde todos los que quieren entrar a la glorieta impedirían la salida a los autos, paralizando el tránsito alrededor. La norma, se basa en mantener la afluencia vehicular y disminuir los embotellamientos. La seguimos por un principio de autoridad, sustentado en una serie de estrategias que cumplen un objetivo concreto; contribuir a una mejor vialidad.
En ciencia y tecnología, la toma de decisiones en un experimento o un proyecto se debe fundamentar en un proceso racional. No hay lugar para las decisiones exclusivamente autoritarias. Un centro de investigación no define sus líneas de investigación “porque sí”, o mejor dicho, no debería hacerlo. La naturaleza del proceso científico, obliga a analizar con la mayor objetividad posible las alternativas, asignar criterios de evaluación y aplicarlos para alcanzar un mejor entendimiento de la realidad, o una mejor solución a un problema determinado. Quienes no lo hacen, detienen el avance del conocimiento científico u obstruyen el flujo de nuevas tecnologías al mercado y en ambos casos, desperdician recursos humanos y financieros en sus ámbitos de influencia.

En innovación y desarrollo tecnológico, se acostumbra invertir recursos económicos en estudios de factibilidad técnico-económica. Estos estudios nos permiten convocar a un grupo de especialistas, proponer criterios de evaluación, acercar información relevante y el concierto de estos tres elementos, nos dan claridad sobre la viabilidad de un proyecto. La importancia de la objetividad en estos estudios es directamente proporcional a la del proyecto. Si yo quiero poner una fuente decorativa en la esquina de mi jardín que funcione con energía solar y tomo la decisión desde la autoridad (“porque lo mando yo”), muy probablemente tendré una fuente que no funcione porque le da sombra la mayor parte del año. Si sustituyo la autoridad por un estudio de factibilidad sobre el uso de energía solar en la decoración de mi jardín, contaré con alternativas mejor fundamentadas que sí funcionarán. Invertir en estudios de factibilidad objetivos es indispensable para aplicar recursos de manera eficiente y efectiva.



No hay comentarios.:

Publicar un comentario