Hace 13 años Jaime Padilla escribía en
Hypatia, la revista de divulgación científico-tecnológica del Gobierno del
Estado, sobre la importancia de los concursos de ciencia como una gran
oportunidad para aprender. Entonces se destacaban dos eventos. Uno, el Concurso
Estatal de Ciencia y Tecnología, organizado por la Subsecretaria de Educación
del Gobierno del Estado de Morelos; y el otro, organizado por el CUAM, que iba
ya en su 12ª celebración y que convocaba estudiantes, no sólo de Morelos, sino
también del DF, Guerrero, Quintana Roo y Tabasco.
Tuve la oportunidad, en los albores del
siglo XXI de ser parte del jurado en ambos eventos y mi rostro se ilumina
siempre que los recuerdo. Talento excepcional, entusiasmo desbordante,
creatividad al por mayor, todo se conjugaba para lograr una experiencia única para
todos los participantes. El aprendizaje era tanto para los estudiantes, que se
enfrentaban al rigor de académicos de distintas instituciones y niveles de
exigencia; como para los evaluadores, que maravillados observábamos como la
imaginación y la creatividad podían suplir cualquier carencia económica,
docente e incluso metodológica.
Debo confesar que no sé que sucedió con
el Concurso Estatal de Ciencia y Tecnología, que organizaba la Subsecretaría de
Educación. Con los cambios personales y sexenales les perdí la pista. Sin
embargo, año tras año tuve siempre noticias del Congreso de Investigación del
CUAM, Alma Ayala, su fundadora y actual organizadora, nunca dejó de compartir
invitaciones, logros y reseñas. Y, año tras año, he podido ver el impacto de
este evento en quienes han participado en él.
Sé que algunos estudiantes consolidaron su vocación científica o
tecnológica. También sé que a otros tantos, les mostró un aspecto divertido y noble
de la actividad CTI. A mí en lo personal, me hizo mucho más objetiva y mejor
crítica al evaluar el trabajo de otros. Aprendí tanto de mis colegas
evaluadores, como de los jóvenes estudiantes. Esta semana se lleva a cabo el XXV
Congreso de Investigación CUAM ACMor, maravillosa tradición anual de la
comunidad académica de Morelos. El congreso es, hoy día, una verbena de
conocimiento con conferencias magistrales, simultáneas, presentaciones de
proyectos de primaria, secundaria y preparatoria.
Mientras escribo estas líneas tengo el
rostro iluminado, anticipando lo que aprenderé mientras participo una vez más
como jurado. ¡Gracias Alma, por mantener el entusiasmo y fomentar el cariño por
la CTI en la juventud mexicana!
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