Una de las cosas que más aprecio en un
restaurante es su sensibilidad hacia la sustentabilidad. Y por esto me refiero
a que tengan en mente temas como las famosas 3 R de los residuos sólidos:
Reducir, Reusar, Reciclar. Estoy convencida de que tendríamos otro entorno si
le diéramos la importancia necesaria al tema de reducir los residuos que
generamos. Por esta razón, cuando visité un establecimiento en la calle San
Diego y el mesero tuvo la buena educación sustentable de preguntarme si quería
popote, lo agradecí muchísimo. Eso significa que, respetando la cultura de sus
clientes, que pueden decidir usar popote a pesar de la contaminación absurda
que el plástico del popote y su envoltura generan, ese establecimiento nos da
la opción, a los que preferimos reducir nuestros residuos, de hacerlo.
Este viernes desayuné en una sucursal de
una cadena de cafeterías cuyos productos son principalmente para llevar. Felizmente, ofrece a los clientes la opción
de tomar sus bebidas en taza cuando no son para llevar. Obvio es decir que mi
núcleo cercano siempre solicita taza cuando pide una bebida. Lo que llamó mi
atención fue ver que aunque existe la opción de solicitar taza y reducir
residuos, no es algo que los baristas ofrezcan. Es decir, si el cliente sabe
que hay la opción, ¡bien por él!, la solicita y le dan su taza; pero para los
que no saben que existe la posibilidad, le sirven su bebida en el vaso de
cartón, la taza de plástico y el anillo que aísla térmicamente el vaso de
nuestra mano y con la pena, ¡qué el planeta se muera!. Siendo como somos, mi
hija y yo nos acercamos al gerente del establecimiento y le sugerimos que
ofreciera (como en el restaurante ofrecen no usar popote) el uso de tazas a los
clientes. Su respuesta me dejó helada. Tristemente, la gente “se lleva” las
tazas y mes con mes, deben reabastecer su almacén de tazas nuevas para
compensar los robos. Sin embargo, el ver
que a pesar del costo que representa disminuir los residuos sólidos urbanos, el
compromiso de la cadena para mantener la opción de ofrecer tazas para los que
las pedimos, me dejó muy buen sabor de boca.
El compromiso con la sustentabilidad
requiere paciencia, perseverancia y la esperanza de contagiar a más con esta
convicción de vida; hay costos en este proceso, pero sin duda, bien vale la
pena pagarlos con tal de que otro mundo sea posible.
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