En una compañía muy exitosa, había un portero “adivino”.
Contaba la leyenda que este buen hombre, Conrado, tenía la capacidad de, con un
minuto de charla, predecir el futuro de quienes entraban por sus puertas. Una
mañana llegaron Alex y Benji, dos incrédulos y brillantes científicos, a las
puertas de Conrado. Para no contaminar el experimento, Alex fue al café de
enfrente, mientras Benji preguntaba al portero, “Conrado, ¿qué futuro me espera
si entro a esta compañía?”. Conrado, sin mirarlo le preguntó, “Ud. ¿de dónde
viene?” Benji, con el rostro iluminado respondió, “Vengo de un laboratorio de
investigación excepcional, conviví durante mi posgrado con tres investigadores
consolidados, productivos, creativos y aprendí muchísimo…”, Conrado, con esa
tranquilidad que distingue a los hombres muy sabios, lo miró a los ojos, sonrió
con calidez y le dijo, “en esta empresa usted va a aprender aún más, logrará
consolidar la proyectos que le encomienden y subirá como la espuma en la
organización, ¡bienvenido!”
Al terminar su café, Alex atravesó la calle y pregunto, “Conrado, ¿qué futuro me espera si entro a esta
compañía?”, Conrado, sin mirarlo le preguntó, “Ud. ¿de dónde viene?” Alex, endureció
el semblante y respondió, “Vengo de un haberme roto el alma trabajando de sol a
sol con tres investigadores explotadores, exigentes hasta el absurdo e injustos
en la evaluación de su personal, sé que cualquier lugar será mejor que ese
laboratorio de vacas sagradas …”, Conrado, con esa tranquilidad que distingue a
los hombres muy sabios, lo miró a los ojos, sonrió con tristeza y le dijo, “en
esta empresa usted va a trabajar aún más, vivirá abrumado por el nivel de
exigencia y el fracaso y compartirá su frustración y resentimiento con sus
colegas, ¡buena suerte!”
Meses después, Benji al salir por un café, vio a Conrado
“adivinando” el futuro de una jovencita que, nerviosa, entraba por primera vez
por las puertas del portero. Recordando aquella mañana en que él y Alex habían
pasado por lo mismo, hizo nota mental para invitar un café a Alex, que ahora
daba clases en una universidad privada, y con quien se había distanciado previo
a su renuncia de la empresa, “ojalá haya encontrado un mejor ambiente laboral,
en la universidad”, pensó. En contraste, Benji se perfilaba como líder de su división
de investigación y desarrollo, ¡tal como había predicho Conrado! Intrigado,
ante esta coincidencia, se acercó al célebre portero y le dijo, “Conrado, por
favor, dime como logras predecir el futuro de quienes conoces. Nadie puede leer
la personalidad de otro en menos de un minuto, yo estoy seguro que te da
información Recursos Humanos, ¿verdad? Anda, dime cómo le haces.”
Esta vez, a Conrado
se le iluminó la cara, soltó una gran carcajada y contestó, “Tú y Alex venían
del mismo laboratorio, pero habían vivido distintas experiencias, lo que uno
vivió como aprendizaje, otro vivió como exigencia y frustración, lo que para
uno fue un impulso por crear, para otro fue injusticia y maltrato. Yo no
adivino ningún futuro, Benji, ustedes se lo construyen.”
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