Toda la primaria y parte de la secundaria sufrí en la clase
de Educación Física. Nunca fui atlética, ni coordinada, ni ágil. Así que mi
desempeño individual era bastante malo. Además, como la mayoría de las
actividades deportivas se hacían en equipo, yo sufría doble. Cuando mis
compañeros formaban equipos, me escogían al último. Y no los culpo, ¿quién
quería perder porque Karlita le tuviera miedo a la pelota, o corriera lento, o
se tropezara cada tres pasos? Sin embargo, a pesar de todo, disfruté las mieles
de la victoria varias veces, siempre en equipo.
Curiosamente, aunque el resto de mis materias me gustaba
mucho más que Educación Física, me iba mucho peor con los equipos académicos. Cada
vez que algún maestro proponía trabajo en equipo, yo sufría en silencio. Había
de dos sopas: ir a casa de alguno de mis compañeros y perder toda la tarde en
gran cotorreo, armando algo a las carreras para salir del paso; o, convencer a
mi equipo para que me dejara hacer todo el trabajo, segura de que en lugar de
pasar horas discutiendo sobre qué hacer y cómo, podría avanzar mejor yo solita.
Pero, conforme fui creciendo, los proyectos aumentaron en dificultad y
complejidad, haciendo inviable mi solución a lo “mujer orquesta”. Tuve que
aprender a colaborar con mis compañeros. No fue nada fácil, especialmente
porque, al menos en mis clases, nadie nos enseñó a trabajar en equipo.
En contraste, sí se nos enseña a jugar en equipo. Hay un
conjunto de reglas que hay que seguir y se designan los puestos de los
jugadores de acuerdo a sus habilidades particulares. Incluso, hay un lenguaje
particular para coordinarse en algunos deportes. En voleibol se grita “voy”
cuando vas a pegarle a la pelota, en beisbol se le avisa al pitcher con señas
que tipo de bola debe lanzar de acuerdo al contexto del juego, o en el futbol
americano se anuncia la jugada para que todos sepan que estrategia usar.
Justo esto es lo que hay que hacer cuando queremos trabajar
en equipo. Primero, debemos detectar las fortalezas y debilidades de cada
miembro del equipo. Con eso en mente debemos organizarnos para aprovechar las
fortalezas de los miembros cuidando las debilidades de cada quien. Y
finalmente, debemos establecer los mecanismos de comunicación para que la
coordinación entre todos se dé ordenadamente.
La generación de innovación basada en ciencia es
una tarea multidisciplinaria, requiere habilidades y conocimientos muy
diversos. La única forma de lograr resultados efectivos es mediante la
colaboración entusiasta y decidida de académicos, tecnólogos, administradores,
inversionistas, empresarios y vinculadores. En la gestión de innovación no hay
lugar para “individuos orquesta”. Necesitamos trabajar en equipo para lograr
que otro Morelos sea posible.
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