publicado el 12 de mayo de 2014, en la columna "Con peras y manzanas" del Diario de Morelos
En estos días de futbol, hasta los que no somos aficionados nos vemos envueltos en el tema. Justo esta semana vi por unos minutos un programa sobre freestylers, esos jóvenes que hacen maravillas con el balón de futbol y que se reúnen periódicamente para hacer demostraciones públicas de su afición. Me maravilló la flexibilidad y agilidad que muestran en su juego de piernas y torso. Sin duda, un elemento muy importante para los deportistas profesionales y amateurs es su condición física, su flexibilidad, su fuerza y su coordinación motriz. De ahí la importancia de la juventud en la detección de talentos, pues todos sabemos que con la edad, nuestros músculos y articulaciones van perdiendo rendimiento.
En estos días de futbol, hasta los que no somos aficionados nos vemos envueltos en el tema. Justo esta semana vi por unos minutos un programa sobre freestylers, esos jóvenes que hacen maravillas con el balón de futbol y que se reúnen periódicamente para hacer demostraciones públicas de su afición. Me maravilló la flexibilidad y agilidad que muestran en su juego de piernas y torso. Sin duda, un elemento muy importante para los deportistas profesionales y amateurs es su condición física, su flexibilidad, su fuerza y su coordinación motriz. De ahí la importancia de la juventud en la detección de talentos, pues todos sabemos que con la edad, nuestros músculos y articulaciones van perdiendo rendimiento.
Un ingrediente fundamental en el mundo de
la innovación es sin duda, la flexibilidad mental. Es necesario tener la mente
abierta y la capacidad para generar conceptos novedosos e interactuar con
equipos multidisciplinarios sin que el rigor del status quo estorbe. Afortunadamente para los que nos dedicamos a la
gestión de innovación, estas características no dependen exclusivamente de la
edad. Aunque es cierto, es más fácil encontrar mentes ágiles y flexibles entre
los jóvenes, pues aún no se han contaminado con la fiebre “monodisciplinar” o con
la “rutinariedad” que los años se encargan de fortalecer; esto no es
característica exclusiva de un rango de edad. Así como hay quienes presumen de
“juventud del corazón”, en la conformación de innovación requerimos juventud
mental.
Esta semana mi equipo de colaboradores
visitó una muy interesante empresa de alta tecnología. El grupo incluía dos
Maestros en Ciencias, una Ingeniera Bioquímica y dos Licenciados en Ciencias. La
experiencia fue muy enriquecedora por varias razones, la principal es que
encontramos en este grupo de unidades de negocio tecnológicas, un aliado
estratégico que complementa maravillosamente las capacidades de innovación
regional que hemos detectado en estos años. Otra razón fue detectar el efecto
que tiene el promedio de edad de este grupo particular, que está por debajo de
los 28 años, en otros. Uno de los anfitriones incluso, comentó con incredulidad
y asombro sobre su juventud.
Estos jóvenes talentosos (o talentos
jóvenes, como prefiero llamarlos) colaboran hombro con hombro con empresarios,
tecnólogos y científicos en la detección de áreas de oportunidad en innovación
y en el diseño, gestión y seguimiento de los proyectos que se derivan de esas
oportunidades. Son corresponsables de haber conformado más de 50 proyectos de
innovación tecnológica y actualmente le dan seguimiento a 10 de ellos y son
responsables directos de la ejecución de 4. Hemos logrado como equipo, ser la primera
Oficina de Transferencia de Conocimiento Independiente certificada por Conacyt
en Morelos. Y como he comentado en múltiples ocasiones, son el equipo de
trabajo más competente, creativo y de alto rendimiento con el que he colaborado
en mi trayectoria profesional. No todos en la empresa somos menores de 30; sin
embargo, compartimos una característica clave: abordamos los temas de manera
flexible, tolerante, incluyente, creativa y novedosa. ¡Juventud, divino tesoro!
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