En un viaje familiar hace 30 años conversábamos sobre
emprendimiento e innovación.
-Papi, le conté a mi equipo lo que me platicaste de las
alegrías, que están hechas de amaranto y son ricas en proteínas. Vimos que con
su harina podemos hacer galletas, pasteles o hasta tortillas. Les encantó la
idea y vamos a poner un negocio de productos de amaranto, para el proyecto de
Programa Emprendor.
-¿No es más fácil hacer otra cosa? Porque las alegrías son
riquísimas, pero eso de hacer pan con ellas…- comentó mi mamá.
-Mamá, ¡no voy a lavar coches, o hacer tortas! ¿Te
imaginas? Debemos hacer algo diferente, novedoso…
-Mmmm, Karlita, yo creo que tu madre tiene razón. Eso del
procesamiento se les puede complicar. Mejor te doy otra idea, de un producto
que seguro va a ser un exitazo, no está nada complicado y además de sacar buena
calificación, hasta negocio puedes hacer.-interrumpió mi papá.
-Papi, ¿mejor que el amaranto “el alimento del futuro”?
-Sí, mil veces mejor. Mira, ¿ves como el agua del D.F. sabe
a cloro, o la de Acapulco a mar?
-Sí papá, saben horrible no como la de aquí. Todo mundo
dice eso. Pero que, ¿quieres que inventemos algo que le quite el sabor al agua
chilanga o acapulqueña?
-No, no, ¿cómo crees? Eso es complicadísimo. Lo que deben
hacer es embotellar agua.
-Carlos, ya hay agua en botellones de vidrio. La venden
desde hace años y no va a comprar la gente una marca distinta sólo porque es de
Cuernavaca.- dijo mi mamá.
-No Graciela, no en botellones. En botellas, así como las
de refresco.
-Papi, agua en botellas, va salir carísimo: las botellas de
vidrio, el rollo de las corcholatas… agua de Cuernavaca… ¡Pa’ en serio!
-Bueno imagínate una botella de plástico, como las de
shampoo, con agua de Cuernavaca.
-No papi, ahora si no te mediste. Agua embotellada, botellas de plástico… está
eso peor que las tortas… ¿Quién va a comprar agua natural, así de pozo,
embotellada, para tomársela en una sentada?
-Carlos, no confundas a tu hija –contestó mi mamá –eso del
amaranto está bien, además le va a dar el aire con la excursión, a ver si se
despega de la tele. Ya es hora que se aleje de la pantalla y se active.
-¿Ya oíste a mi papá, Carlitos? –le pregunté a mi hermano
que ya daba muestras de vida –quiere venderle agua de Cuernavaca a los
chilangos, en botellas como las de coca-cola, pero de plástico. –dije entre
risas disimuladas.
-¿Agua de la llave? Pero si ni sabe a nada. –respondió mi
hermano que a sus escasos 10 años podía ver lo absurdo de la idea de mi padre.
-Bueno, fue solo una idea, tampoco es para tanto, ahí
muere, ahí muere. –comentó mi papá, rojo de la pena por haber dicho algo tan
descabellado.
La innovación no sólo depende de generar ideas nuevas, para
que suceda es necesario que una invención satisfaga una necesidad del mercado y
exista una oportunidad de negocio. La planeación prospectiva permite anticipar
necesidades futuras y de esta forma, ideas que son descabelladas un día, años
después son parte de nuestra vida cotidiana, como el agua natural embotellada.
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