publicado el 13 de Noviembre de 2014, en la columna "Con peras y manzanas" del Diario de Morelos
Hace casi 12 años durante una Semana Nacional de Ciencia y Tecnología, vi en una de las exhibiciones un despliegue de cajas de Petri que mostraba a los pequeños distintos cultivos “caseros”. Esto es, los investigadores habían tomado muestra de ambientes diversos en sus casas: el baño, la cocina, y habían impregnado cajas de Petri con esas muestras. Esto les permitió al cabo de unos días mostrar colonias de bacterias distintas, tanto en forma y color como en cantidad. La muestra me gustó tanto, que estuve persiguiendo a Irma Vichido, el enlace con la comunidad académica del Instituto de Biotecnología, para que me consiguiera unas cajitas de Petri preparadas para cultivos de bacterias y hongos. A los pocos días estuvieron listas y corrí a recogerlas, moríamos de ganas en la oficina por jugar con ellas. Así, un grupo de serios profesionistas, equipados con hisopos, cajas de Petri y masking tape (para etiquetar las cajas), nos dimos a la tarea de tomar muestras de lo que se nos ocurriera. Uno de nosotros tenía tos y le pedimos que tosiera sobre una caja, y adicionalmente, un colega sano hizo lo mismo; en el baño, tomamos muestras del lavabo, el excusado, y el tapete de la entrada. También tomamos muestras de la palma de nuestras manos, antes y después de lavarlas.
Hace casi 12 años durante una Semana Nacional de Ciencia y Tecnología, vi en una de las exhibiciones un despliegue de cajas de Petri que mostraba a los pequeños distintos cultivos “caseros”. Esto es, los investigadores habían tomado muestra de ambientes diversos en sus casas: el baño, la cocina, y habían impregnado cajas de Petri con esas muestras. Esto les permitió al cabo de unos días mostrar colonias de bacterias distintas, tanto en forma y color como en cantidad. La muestra me gustó tanto, que estuve persiguiendo a Irma Vichido, el enlace con la comunidad académica del Instituto de Biotecnología, para que me consiguiera unas cajitas de Petri preparadas para cultivos de bacterias y hongos. A los pocos días estuvieron listas y corrí a recogerlas, moríamos de ganas en la oficina por jugar con ellas. Así, un grupo de serios profesionistas, equipados con hisopos, cajas de Petri y masking tape (para etiquetar las cajas), nos dimos a la tarea de tomar muestras de lo que se nos ocurriera. Uno de nosotros tenía tos y le pedimos que tosiera sobre una caja, y adicionalmente, un colega sano hizo lo mismo; en el baño, tomamos muestras del lavabo, el excusado, y el tapete de la entrada. También tomamos muestras de la palma de nuestras manos, antes y después de lavarlas.
Los resultados fueron divertidos y fascinantes. Corroboramos
la importancia de lavarnos las manos; de asear adecuadamente los baños, pasando
de zonas grises (lavabos y regaderas) a zonas negras (excusados) y no al revés;
y fuimos conscientes mucho antes de la crisis de influenza en México, de la
importancia de cubrir nuestra boca al toser o estornudar. Las cajas de Petri,
al contener material que fomenta el crecimiento acelerado de microorganismos, son
un ambiente demostrativo ideal. Hay condiciones ideales para visualización (son
transparentes), aislamiento (están bien cerradas para evitar que entre algo más
que lo depositado a propósito), y crecimiento (se preparan con “alimento”
idóneo para lo que esperamos cultivar).
De manera similar a lo que sucede en una caja de Petri, en
Morelos se está dando un fenómeno social muy interesante, desde el punto de
vista de los ecosistemas de innovación. Aquí, contamos por un lado con el mayor
número de investigadores per cápita, y en los últimos años se han ido
provocando condiciones que fomentan la vinculación de esta maravillosa
comunidad académica con el resto de la sociedad. Hoy Morelos ya es ejemplo
nacional en temas de comunicación pública de la Ciencia, Tecnología e
Innovación (CTI) y en productividad e impacto científico. Desde el 2000 se ha
ido madurando la gestión de la CTI y
recientemente, hemos podido atestiguar el surgimiento de exitosas Oficinas de
Transferencia de Conocimiento que tienden puentes efectivos entre sector industrial
y académico. Nuestro estado tiene condiciones ideales para la generación de
innovación basada en ciencia y estamos viendo, día con día, como estas
condiciones multiplican el impacto de lo que el sector generador de
conocimiento (centros de investigación y universidades) tiene. Aún falta mucho
por hacer, pero visualizar lo que está sucediendo en Morelos como un ecosistema
de innovación es esperanzador, fascinante y sí, nos permite pensar en que otro
mundo es posible.
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