sábado, 3 de octubre de 2015

Castigo democrático

publicado el 03 de Octubre del 2015, en la columna "Con peras y manzanas" del Diario de Morelos

La meditación  de las decisiones políticas nos ha envuelto en una dinámica de concurso de popularidad para tomar decisiones. Esto repercute en una promoción de candidatos a puestos de elección popular basadas únicamente en su atractivo popular. Esto  menoscaba las opiniones de los ciudadanos, de las instituciones democráticas y de los Estados soberanos encargados de defender el interés general; y los sustituye por lógicas estrictamente mercadotécnicas encaminadas a vendernos imágenes de personajes en lugar de promover la preparación de una clase política de calidad. De esta forma, nos encontramos ante una elección imposible: elegir entre políticos de carrera, que son víctimas y victimarios de la guerra sucia mediática; y entre candidatos pantalla con alta aceptación pública que prestan-cara a políticos que prefieren permanecer ocultos detrás de ellos.
Tristemente, ante la ineficacia del sistema político y de los políticos que hemos elegido en el pasado, se exacerba la desilusión y la impotencia. Esto ha favorecido un fenómeno de "voto de castigo". Lo que trae a la arena política candidatos que, por el simple hecho de haber accedido al poder de manera democrática (a través del sufragio), pretenden hacernos creer que vivimos en la era de la democracia. Y esto no es necesariamente cierto. Pues, al final la elección de la mayoría se basa en lo que los medios masivos (el cuarto poder) comunican.
No cabe duda que el voto de castigo funciona y funciona requetebién. Desafortunadamente, el castigo no ha sido para los partidos políticos, ni para los candidatos perdedores, el castigo es, fue y será para nosotros, los ciudadanos. Está en nosotros entender mejor el papel de los medios y las estrategias de comunicación. Comprender que ante la lluvia de información es indispensable desarrollar nuestras capacidades de análisis y discernimiento de conocimiento. Validar fuentes, abrir nuestro abanico de alternativas mediáticas, discutir abiertamente con grupos diversos lo que escuchamos, son solo algunas de las estrategias que nos van a transformar en una sociedad que decida mejor, que ejerza con libertad real su voto. Libertad basada en hechos y evidencias, no en campañas y maquillajes. Al final, esperemos pasar del castigo social en que nos hemos embarcado, al premio democrático.

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