Hace un par de años (o tal
vez un poco más, la memoria es medio imprecisa para medir distancias temporales),
escuchaba en el noticiero de Carmen Aristegui una entrevista con Santiago
Creel. Recién había pasado el tema de la feria del libro y Peña Nieto y por
supuesto que "sin querer queriendo" ambos cayeron en el lugar común y
tocaron el tema de "¿qué libros lees?". Santiago comentó que en ese momento
entre lo que estaba leyendo, se encontraban tres biografías de distintos personajes
o momentos políticos, entre ellos la de Franklin D. Roosevelt. Entonces relató
como Roosevelt para mejorar la economía generó esta estrategia de empleo que
consistió en: "contratar gente para tapar hoyos, haciendo otros al
lado". Me sorprendió saber que esta táctica tan conocida por las
administraciones públicas pasadas y presentes tuviera tal origen.
No es novedad que una
estrategia recurrente para generar empleo y "demostrar" trabajo por
un gobierno estatal, municipal o federal, sea la inversión en infraestructura. Y
no es que la infraestructura sea mala idea, al contrario es muy necesaria; pero
necesita estar justificada y aportar al desarrollo sustentable de la región, es
decir, requerimos de inversión inteligente en infraestructura. Ese tapar y
hacer hoyos de la anécdota de Roosevelt, es conceptualmente igual al quitar
estatuas de un lado para ponerlas en otro. O al parchar en época de lluvias los
baches producto de una muy deteriorada carpeta asfáltica. O en un caso local y
muy reciente: al desastre en que se convirtió parte de la colonia Delicias
cuando al abrir boquetes para instalar drenaje pluvial, se hizo con tal falta
de cuidado y planeación que se rompieron las tuberías de agua potable, dejando
sin servicio a los vecinos y peor aún, teniendo que volver a intervenir las
calles para reparar la tubería que semanas atrás destrozaron por descuido.
Es más, cada vez que nos
encontramos en hora pico con una calle bloqueada mientras pintan sus banquetas
o la bachean, la razón de tan “inoportuna” calendarización de obra es justo la
necesidad de los administradores municipales de mostrar a la ciudadanía que
están trabajando.
¿Se imaginan los resultados
que se tendrían, si estas inversiones en infraestructura fueran planeadas, sustentables
y apropiadas a las necesidades de la comunidad?
Conforme crecen las
sociedades, los sistemas que las sustentan se van haciendo más complejos, pues
cada elemento que alteramos en una dimensión, tiene impacto en otras
dimensiones. No basta generar empleos sin ton ni son para movilizar la
economía; como no basta abrir calles “como el Borras” para instalar drenaje;
requerimos optimizar los recursos humanos, técnicos y económicos en cada
intervención, actuar con inteligencia, planeando, diseñando escenarios y
eligiendo alternativas de solución que beneficien al mayor número de personas,
con la mente en los plazos corto, mediano y largo.
Los administradores públicos
no basta que sean carismáticos, populares y honestos. Requerimos además que
tengan la humildad suficiente para integrar en sus equipos de trabajo expertos
en distintas disciplinas y que logren coordinar su operación desde una
perspectiva multisectorial y multidisciplinaria.
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