En las mañanas,
mientras me peino (¡esta vanidad me va a matar!), acostumbro poner en la TV
algún programa con subtítulos. Hace unos días, mientras veía “The Middle”, me
reía con el episodio en que sale la familia de vacaciones y el hijo menor,
adicto a la lectura, se la pasa devorando libros sobre parques y vida al aire
libre en lugar de bajar el libro y disfrutar “en vivo y a todo color” lo que
otros describen.
Desafortunadamente, no
es un tema de risa, o de ficción. Hoy día, se está poniendo de moda que en los
parques recreativos (como Chapultepec) haya recintos para que los visitantes
disfruten de experiencias 3D, 4D y no sé cuantas D más. De una forma muy
curiosa, invitamos a quienes al fin se han despegado de las pantallas caseras,
de sus computadores o de sus celulares, para volverse a enchufar en otra gran
pantalla. Así, los visitantes del parque, que pretendemos dejen el sofá y la
TV, podrán, sentados en cómodas butacas frente a una Televisionzota, disfrutar
gracias a sus lentes 3D, de la experiencia virtual en un ecosistema… ¿No tiene
más sentido armar recorridos interesantes, guiados por expertos en donde los
asistentes al parque interactúen realmente (y no virtualmente) con nuestro maravilloso
ecosistema?
Hace algunos años
entré casi sin querer al cine; iba con unos compañeros de estudio y de vida,
buscando distraernos con la gran pantalla. Sin saber de qué se trataba, y más
por aprovechar la noche, entramos a ver “La Matrix”. La elección fue, como
muchas gratas sorpresas de mi vida, ¡excelente! Pudimos ver efectos especiales
nunca vistos, una historia entretenida y, para algunos de nosotros, un tema de
culto más a que aficionarnos. La premisa central de
la saga es un futuro donde la humanidad vive enchufada literalmente a un gran
sistema de cómputo: La Matrix y ha sido la responsable de la extinción la
mayoría de las formas de vida en la Tierra. Nuestro planeta es árido, inhóspito
y hasta hemos logrado, con una contaminación brutal, obstruir permanentemente
los rayos del sol. Entonces vivimos “felizmente” engañados por un gran sistema
de cómputo que nos obsequia imágenes de altísima definición en 3D digital, 24/7
Aparentemente, ya no
tenemos que esperar, como en la multi-citada película, a la destrucción del
medio ambiente, mejor nos vamos adelantando y acostumbramos a las nuevas
generaciones a hacer excursiones virtuales, mientras comen una cubeta retacada
de palomitas, un refresco jumbo y un rico seudo-chocolate.
Lo paradójico del tema es que,
si fomentáramos más la vida al aire libre y la convivencia con la naturaleza,
generaríamos un compromiso personal con los ecosistemas que habitamos y
visitamos, y la espantosa imagen del párrafo anterior se diluiría como una
fantasía apocalíptica más.
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