No pude escapar a la fecha. Sin duda uno de los festejos más
significativos para mí es el del día del maestro. Lo primero que viene a mi
mente es esa bella imagen que está fuera del Internado Palmira donde hay una
maestra esculpiendo a una alumna. Cada vez que analizo un logro (propio, ajeno,
individual o corporativo), sé que estoy viendo el fruto de una gran cantidad de
escultores que fueron cincelando un poco aquí y otro poco allá a quienes los
alcanzan. La labor colectiva de formar seres humanos es la más importante de
todas.
Los primeros maestros sin duda son los padres y abuelos, las
primeras palabras, el sentido de lo correcto e incorrecto y los hábitos que nos
acompañarán toda la vida, son fruto de su aportación a nuestro acervo
educativo. Incluso modelan nuestra reacción con el resto de la sociedad,
nuestras aficiones y aversiones más básicas. Al salir al “mundo real” nos
topamos, si somos afortunados, con la maestra estricta, de gesto áspero y voz
fuerte, que en la primaria nos exigía puntualidad, limpieza y respeto. Quien
decidió ser menos popular y querida que otras, pero a quien le debemos la
comprensión de la disciplina y de la recompensa tras el trabajo duro. También
encontramos en el camino a la maestra comprometida y afectuosa, la que busca en
los ojos de sus alumnos la comprensión de los conceptos más que la repetición
monótona que viene de la memoria sin pasar por el razonamiento. O aquélla que
en los recreos se acerca al estudiante solitario, al que se esconde de los
demás y encuentra maneras creativas de integrarlo ya sea a otros grupos, o a
otras actividades.
Conforme crecemos, aparecen en nuestra cotidianeidad
personajes que dejan huella, unos de carne y hueso, otros de tinta sobre papel.
Pues hay grandes lecciones técnicas y de vida en los libros, en la historia, en
la ficción, en la poesía, en los artículos (y hoy día hasta en los videos e
internet). Felizmente, la labor de enseñanza-aprendizaje es una que nos
acompaña desde el nacimiento hasta que dejamos de existir. Jefes, colegas, amigos,
amantes, compañeros, son fuente continua de enseñanza. Y, así como nuestros
padres inician la labor docente en nuestras vidas, los hijos son otra
maravillosa experiencia formativa.
Este día del maestro, asumamos nuestro papel como formadores
de otros, entendamos nuestro rol como modeladores de nuestra comunidad y con
ese cariño y vocación que recordamos de quienes reconocemos en nuestras
historias como MAESTROS, compartamos con quienes nos rodean la pasión por
aprender y por mejorar nuestro entorno. ¡Feliz día del maestro a todos!
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