Un signo inequívoco del paso de los años es como he ido
viendo la época navideña. Aunque aún disfruto mucho preparar la cena familiar,
buscar el regalo perfecto y la sorpresa entre quienes damos y recibimos; cada
vez me importa más el desastre del día después. A los niños, el gozo de recibir
y jugar con los regalos navideños opaca cualquier otra actividad en la casa. No
notamos, en la infancia, las horas que pasan nuestros padres levantando
tiraderos, lavando trastes, guardando comida para el recalentado y tirando
envolturas, cajas, listones y tarjetas. Conforme crecemos, al ir siendo parte
del “ejército de limpieza” en casa, vamos resintiendo un poco estas
actividades, incluyendo el desarmado de las decoraciones navideñas: árbol,
luces, esferas, escarcha, etc. Y para acabarla de complicar, desde hace algunos
años, a la preocupación inmediata de contender con el desorden
post-celebración, se ha añadido una preocupación ambiental.
La cantidad de desperdicio que generamos todos en esta época
es escandalosa. Según la Universidad de Stanford (bgm.stanford.edu/pssi_faq_holiday_waste)
en la época que va de Día de Gracias hasta Año Nuevo (5 semanas aproximadamente)
los estadounidenses aumentan su generación de desperdicios en un 25%. Esto
equivale a un millón de toneladas adicionales por semana. Desafortunadamente,
no hay estadísticas serias sobre los desperdicios navideños en México, pero
estoy segura que todos recordamos con dolor ambiental los días después de las
posadas y reuniones navideñas y de fin de año. No sólo gastamos un dineral en
envolturas, comida y adornos; paradójicamente gran parte de este gasto va a la
basura en cuestión de horas o días cuando mucho.
Afortunadamente, además de sencillo es muy bueno para el
bolsillo tomar medidas que reduzcan la cantidad de desechos en estas épocas. Seamos
parte de una economía circular, donde buscamos invertir en alternativas que no
se degradan rápidamente hacia basura. Es decir, necesitamos aplicar un criterio
de duración y re-uso al momento de seleccionar los obsequios que hacemos.
¿Cuánto durará lo que compramos? ¿Qué uso secundario le podemos dar cuando pase
el tiempo y se desgaste? ¿Qué tan fácil de reparar o mantener es lo que
elegimos? ¿Su consumo energético es mínimo? Y adicionalmente prestemos atención
a lo sustentable de los empaques en que vienen, y seleccionemos los más
amigables al ambiente, esta es una excelente forma de ejercer presión como consumidores
sobre los fabricantes.
Además, reusar bolsas, revistas y periódico para
envolver regalos es una medida inmediata; recuperar los adornos de otros años y
utilizarlos de maneras creativas para decorar regalos puede sustituir listones
y tarjetas. Disminuir el uso de desechables en los festejos, o por lo menos,
usar desechables amigables al ambiente y vetar al unicel, es una medida
necesaria no sólo en esta época sino en general. Podemos expresar el gozo de
estas épocas y dar rienda suelta a nuestros sentimientos al mismo tiempo que le
regalamos a la comunidad, a nosotros y al futuro un entorno más sustentable.
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