Mi madre de niña,
preocupada porque el agua acabaría pronto, ensayaba tomando la menor cantidad
de agua posible todos los días, esperando que su cuerpo se adaptara a la
inminente tragedia. Afortunadamente para la salud de sus riñones, aprendió que
la evolución de las especies no funciona así... Esta anécdota es una de las que
de pequeña me hacía estallar en carcajadas, no por la razón que me gustaría
presumir aquí: "que yo de niña entendía el proceso de selección natural y
me reía del error de mi madre", ¡para nada! Me atacaba de la risa por lo
"absurdo de pensar que un día nos quedáramos sin agua... ¡por
favor!". El agua, en mis tiempos, se tomaba de la llave... Sí, leen bien,
de la llave, sin filtro, ni gotitas de cloro, ni teníamos que hervirla. Es más,
el agua hervida y luego enfriada, sabía feo. Sabía insípido si la atemperábamos
al aire libre, y a "refri" si la enfriábamos más rápido dentro del
refrigerador. Todavía recuerdo las tardes de vacaciones que con el calor del
verano, chapoteábamos en el jardín mientras mi mamá regaba las plantas,
acercándonos al chorro de agua de la manguera para saciar sed y refrescarnos
cara y pecho con el salpicón hídrico.
En época de lluvias,
Cuernavaca se inundaba. A mis escasos 10 años, no atribuía esas inundaciones a
un deficiente servicio de colecta de agua. Para mí, si algo sobraba en la vida
era el agua. El agua limpia, fresca, sabor a Cuernavaca. Pensar que mi madre en
su niñez se preocupara por una sequía mundial, era para tirarse de la risa...
Hoy, al recordar esa anécdota familiar, lamenté que la evolución no se diera como
mi mamá de niña esperaba. No podemos decidir que no necesitamos el agua como
pobladores de este planeta y auto-modificarnos para sobrevivir ante la falta
del vital líquido. No nos queda más que CUIDARLO. Y cuidarlo efectivamente, que
va mucho más allá de "cerrar la llave, bañarnos con la menor cantidad de
agua posible, usar WC con tanque reducido", tenemos que preocuparnos por
cómo se trata el agua que usamos, por cómo y dónde se construyen los nuevos
asentamientos humanos, las plazas comerciales, etc.
El fin de la abundancia de agua potable ya inició, el primer paso es reconocerlo,
vamos por los demás. Tristemente, ya no es por nuestros nietos, ni por nuestros
hijos, es por nosotros, la importancia de cuidar el agua potable ya se
convirtió en urgencia.
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