Hasta hace unos años, dedicaba varias horas durante
diciembre a preparar la lista de mis propósitos de Año Nuevo. Dejé de hacerlo
cuando me percaté que año con año, la lista se mantenía prácticamente igual: hacer
ejercicio regularmente, bajar de peso, leer más, ahorrar algo, pagar deudas y
pasar más tiempo con la familia. El problema con mi lista era lo poco medible
que era. No contenía fechas, cantidades, ni metas intermedias. Me di cuenta
que, a pesar de que parte de mi labor académica y profesional gira alrededor de
la generación de indicadores para la sustentabilidad y el progreso de
comunidades o instituciones, no aplicaba las reglas básicas de la construcción
de indicadores en el seguimiento de mi progreso personal. El principio es que
no podemos mejorar lo que no medimos y por tanto, nuestras metas deben estar
asociadas a indicadores que sean medibles con facilidad, precisión y
objetividad en plazos bien definidos.
Este 2015 vence uno de los plazos más importantes para el
mundo que habitamos, las Metas de Desarrollo del Milenio. Resulta que en la Cumbre
del Milenio, realizada en septiembre de 2000, los líderes del mundo adoptaron
la Declaración del Milenio en la que se comprometieron a trabajar de manera conjunta
para reducir la extrema pobreza y proponer una serie de objetivos con horizonte
temporal, que se conocen como las Metas de Desarrollo del Milenio. Estas metas
son: erradicar la pobreza extrema y el hambre; lograr la enseñanza primaria
universal; promover la igualdad de género y el empoderamiento de la mujer;
reducir la mortalidad infantil; mejorar la salud materna; combatir el VIH/SIDA,
el paludismo y otras enfermedades; garantizar la sostenibilidad del medio
ambiente; y fomentar una alianza mundial para el desarrollo. En congruencia con
el principio de que para mejorar hay que medir, las metas tienen asociados 16
indicadores que se han estado monitoreando continuamente en 9 regiones del
mundo: África septentrional, África subsahariana, Asia oriental, Asia
sudoriental, Asia meridional, Asia occidental, Oceanía, Latinoamérica y el
Caribe, y el Cáucaso y Asia central. En internet se encuentra en avance al 2013
de estos indicadores (http://mdgs.un.org/unsd/mdg/Resources/Static/Products/Progress2013/Progress_S.pdf).
El avance en estas metas ha sido motivo para replantear nuevos objetivos y
pensar en el mundo post-2015. En estos días las Naciones Unidas promueve la
discusión sobre qué puede hacer la comunidad mundial para que en 2030 podamos
terminar con la pobreza y transformar vidas mientras protegemos al ambiente.
Que nuestra evaluación personal, los éxitos y los fracasos,
sirva de base para plantearnos objetivos claros que nos permitan, poco a poco,
alcanzar el bienestar en el marco del desarrollo sustentable. ¡Feliz y
sustentable 2015 tengamos todos!
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