jueves, 15 de mayo de 2014

Mesa puesta

publicado el 15 de mayo de 2014, en la columna "Con peras y manzanas" del Diario de Morelos

En mis primeras interacciones con centros de investigación en Morelos, además de darme cuenta del extraordinario acervo científico-tecnológico que tenemos en esos espacios de generación de conocimiento, me sorprendió lo desconocido que era esto para la gran mayoría de los que aquí radicamos. Afortunadamente, as tareas de comunicación social y pública que se han emprendido en los últimos 15 años, van dando fruto. Cada vez más personas saben que hay una comunidad académica que busca entender mejor el mundo que nos rodea. Sin embargo, pocos consideran acudir a ella cuando tienen un problema que solucionar.
Esta distancia es comprensible. Si yo tengo un problema sobre calidad de agua por ejemplo, aunque sepa que hay un Instituto que se dedica al agua, difícilmente voy a abrir la sección amarilla, buscar “agua” y esperar encontrar el nombre, teléfono y datos de contacto del instituto que me interesa. Desde el otro extremo de la cadena, pasa algo similar. Quienes investigan el agua y quieren probar alguna de sus soluciones o metodologías en algún caso práctico, tampoco van a encontrar interesados en la sección amarilla, o en internet. Ante este abismo de comunicación, los espacios académicos han ido generando unidades de vinculación que sirven como primer contacto para quienes se acercan a un centro de investigación, o para quienes dentro del centro quieren salir “al mundo real”. Estas unidades, a su vez, han establecido lazos de comunicación efectiva entre sí, con la intención de multiplicar su capacidad de atención.
Continuamente escuchamos empresarios y productores morelenses externar su preocupación por la falta de consumo de los productos locales. Sabemos que es importante para el desarrollo económico regional y para fortalecer el tejido social, generar una cultura de consumo de productos y servicios morelenses.  De igual manera es importante buscar soluciones científico-tecnológicas entre nuestros especialistas locales. Esto contribuye no sólo a la economía y a la generación de recursos humanos de calidad, sino también a incrementar la pertinencia de lo que se estudia en los centros de investigación. Conocer a mayor profundidad el entorno con estas interacciones sociedad-academia, fortalece y acerca más a ambos.
Las piezas que requiere un ecosistema de innovación exitoso están todas en Morelos. Desde generadores de conocimiento, hasta integradores de soluciones prácticas, pasando por asociaciones civiles, empresas de servicios y unidades de vinculación que tienen la función de integrar equipos que soluciones problemas reales con enfoques no convencionales. La próxima vez que tengamos en mente contratar los servicios especializados de un experto “de fuera”, volteemos a Morelos, acerquémonos a estos vinculadores para conocer quien en nuestro estado conoce del tema y cuente con la capacidad de solucionar la problemática o de asesorar al interesado para que este tenga el mejor servicio posible a cambio de su inversión. Apuesto doble contra sencillo que 9 de cada 10 veces encontraremos a un experto de talla internacional dentro de las fronteras morelenses.

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