jueves, 28 de agosto de 2014

Resolver o manejar

publicado el 28 de agosto de 2014, en la columna "Con peras y manzanas" del Diario de Morelos

Esta semana tuve que pasar varios días en reposo. Independientemente de lo difícil que es parar en seco la actividad, la semana fue una extraordinaria fuente de aprendizaje y como le comenté a Laura, mi editora, de temas para escribir. Gran parte de mi actividad profesional consiste en coordinar a un talentoso grupo como directora general de InnoBa. Antes de esta semana, me veía como una “resolvedora de problemas”. Esto es, ante una situación dada, interna o externa, nuestro equipo entra en acción, analiza la problemática y plantea alternativas de solución para finalmente, elegir alguna y llevarla a cabo.
Creo que la mayoría de los Gerentes o Directores de instituciones (empresariales, académicas o gubernamentales), nos vemos de esa forma. El director o gerente de recursos humanos, se encarga de resolver los temas de contratación, seguimiento, capacitación, optimización del talento de la empresa en que trabajo. El director o gerente de producción, de igual manera, lidia con los problemas que surgen en la línea día con día y los va resolviendo.
El sábado pasado, Rita y Toño, entrañables amigos, me regalaron un gran libro “Thinking in Systems”. Aunque he avanzado poco en la lectura, la autora, Donella H. Meadows, cita una frase de Russell Ackoff genial: “Los Gerentes/Directores no resuelven problemas, manejan marañas” (traducción libre de “Managers do not solve problems, they manage messes”). Debo confesar que me reconfortó, vi que alguien había descrito a la perfección lo que hacemos. El manejar marañas (enredos, líos) no tiene que ver con una falta de capacidad o de talento del Gerente/Director, se debe a que las situaciones a las que se enfrentan las empresas son complejas. Y como hemos enfatizados otras veces, la complejidad no es sinónimo de dificultad o complicación, significa que el todo, se comporta de manera distinta a la suma de sus partes; esto es, se generan propiedades emergentes por la interacción de las partes y se transforma en un “coso” nuevo con un comportamiento particular (una maraña nueva).
De la misma forma que un médico se enfrenta a un padecimiento, un gerente/director se enfrenta a una maraña. Ve los síntomas, identifica posibles causas, realiza pruebas adicionales que le ayuden a encontrar alternativas de solución y finalmente, hace un análisis de riesgos para tomar la mejor opción posible. La salud de un paciente o de una institución depende de la habilidad, inteligencia y experiencia de sus médicos, el primero, o de sus gerentes/directores la segunda.

Felizmente hoy, a más de una semana de mi intervención quirúrgica, soy testigo del talento de Bernardo y Arturo. Espero algún día manejar marañas en InnoBa con la misma precisión, expertez y efectividad con que ellos manejaron la mía.

jueves, 14 de agosto de 2014

Contribución y fronteras

publicado el 14 de agosto de 2014, en la columna "Con peras y manzanas" del Diario de Morelos

La primera vez que escuche la frase “fuga de cerebros”, en una charla de pasillo en la primaria, me pareció pavorosa. La idea de materia gris escurriéndose por ahí, además de asquerosa, era de terror. Afortunadamente mis papás me explicaron con gran detalle que el cerebro no se le fugaba a nadie; sino que así se decía cuando los talentos mexicanos se iban a otros países porque les pagaban mejor. Pensé, a mi corta edad, que esta fuga de cerebros no podía ser buena para México. Y conforme fui creciendo y entendiendo el sistema de generación de talento mexicano, me preocupó aún más. Pensar en México invirtiendo, mediante becas de Conacyt, en la generación de doctores y maestros que terminaran trabajando fuera me parecía, casi casi, traición a la patria. En lo local, debo confesar que cada vez que me entero de un estudiante brillante, ganador de olimpiadas del conocimiento o de concursos de ciencia, “nos lo piratean” otros estados con becas y/o mejores ofertas de trabajo, me da el tamafat. Las fugas de cerebro, o migraciones de talento, han tenido un impacto negativo en la conformación del tejido socio-económico. Preparamos en Morelos jóvenes talentosos que normalmente se van al DF, Jalisco, Querétaro o Nuevo León, en busca de mejores oportunidades.
Con los años he entendido que hay una corresponsabilidad en el fenómeno de la fuga de talento; un país o región competitiva, requiere no sólo generar talento, sino además atraerlo y retenerlo. Ahí es donde las políticas públicas tienen un papel fundamental. A nivel federal, Conacyt está llevando a cabo una serie de programas que tienen la intención de retener el talento que el ecosistema de investigación ya  genera. Entre ellas se encuentran las cátedras para jóvenes investigadores. Y a nivel local, nuestra Secretaría de Innovación, Ciencia y Tecnología, en colaboración con Conacyt promueve el programa de incorporación de maestros y doctores a la industria.
Recientemente, pude escuchar a un joven mexicano, que estudia en la Universidad de Londres, disertar sobre la fuga de cerebros en nuestro país. Y me ayudó a ver el tema desde otro punto de vista. La pregunta importante, planteaba Tonatiuh, no es ¿cuántos investigadores se quedan en el extranjero?; es ¿qué están haciendo esos investigadores y cómo podemos colaborar? Y dio en el clavo. Nuestro acervo científico-tecnológico se enriquece con esas migraciones, lo que necesitamos es vincularnos mejor con quienes están fuera de México pero que, desde otros espacios geográficos siguen contribuyendo a la generación de conocimiento. Ese compartir conocimiento se traduce en divisas de alto valor agregado. Las redes existen y es responsabilidad de los miembros de esas redes, los investigadores que se fueron y los que se quedaron, activarlas y promover colaboraciones concretas que nos permitan recuperar ese talento que migró y que tanta falta nos hace para construir otro México. 

jueves, 7 de agosto de 2014

Motivo y oportunidad

publicado el 07 de agosto de 2014, en la columna "Con peras y manzanas" del Diario de Morelos

Mi madre siempre ha sido gran fan de los libros de Ágata Christie. En casa teníamos toda la colección y como entre ellos hay varios compendios de cuentos cortos, desde muy pequeña me aficioné también. Así que mis maestros detectives, mucho antes que los CSI, fueron Mrs. Marple y Hércules Poirot, pintorescos personajes que hacían del razonamiento deductivo un deleite continuo. En las páginas de sus acertijos criminalísticos, aprendí que para encontrar a los “culpables” era necesario que coincidieran dos aspectos: el motivo y la oportunidad. No bastaban los celos de un marido traicionado para exhibir su culpabilidad, era necesario asegurar, más allá de toda duda razonable, que el buen hombre (o no tan bueno), hubiera tenido la oportunidad de cometer el crimen. Y de manera inversa, no es suficiente que alguien careciera de coartada para, sin razón, desaparecer a una buena mujer del planeta.
Curiosamente, esta dupla de motivo y oportunidad es necesaria en muchos otros aspectos menos teatrales de la vida. Para llevar a cabo un negocio exitoso, hace falta estar en el espacio-tiempo adecuado y tener la motivación mental para que el proyecto suceda. En estos días, he tenido la oportunidad de convivir con personas que en otras circunstancias no habría conocido, esto a pesar de que tener colegas y amistades comunes; es decir, oportunidad no nos había faltado. Sin embargo, no teníamos razón para avanzar más allá de un saludo o una charla casual, estar en una reunión temática, nos asegura que todos los que participamos en ella compartimos además motivo.
Un excelente ejemplo es Ricardo Gomiciaga. Nos conocimos el lunes y compartimos taxi hacia el almuerzo en un congreso en la Universidad de Leeds. En el camino charlamos sobre México, sobre Morelos y resultó que ambos estudiamos en el mismo centro de investigación en Temixco. Yo sólo una materia del doctorado, él toda la maestría. Las amistades comunes surgieron en seguida, y encontramos un espacio de reflexión sobre la aportación que hacen los mexicanos en el mundo de la investigación y el desarrollo en otras partes del mundo. Un día después, escuchando su conferencia, encontramos más coincidencias temáticas y la posibilidad de colaborar en un proyecto de desarrollo tecnológico que, curiosamente, se está gestando en estos momentos en ese centro de investigación en Temixco.
Para generar innovación exitosa, hace falta promover la comunicación y buscar que los motivos y las oportunidades coincidan. Eso se promueve activamente desde México y en particular, desde Morelos. Es nuestra responsabilidad, como parte del ecosistema de innovación, aprovechar esas oportunidades y seguir nuestra motivación para que la ciencia, la tecnología y la innovación sean el pilar de un desarrollo sustentable.