viernes, 23 de octubre de 2015

Infraestructura inteligente

publicado el 23 de octubre del 2015, en la columna "Con peras y manzanas" del Diario de Morelos

Hace un par de años (o tal vez un poco más, la memoria es medio imprecisa para medir distancias temporales), escuchaba en el noticiero de Carmen Aristegui una entrevista con Santiago Creel. Recién había pasado el tema de la feria del libro y Peña Nieto y por supuesto que "sin querer queriendo" ambos cayeron en el lugar común y tocaron el tema de "¿qué libros lees?". Santiago comentó que en ese momento entre lo que estaba leyendo, se encontraban tres biografías de distintos personajes o momentos políticos, entre ellos la de Franklin D. Roosevelt. Entonces relató como Roosevelt para mejorar la economía generó esta estrategia de empleo que consistió en: "contratar gente para tapar hoyos, haciendo otros al lado". Me sorprendió saber que esta táctica tan conocida por las administraciones públicas pasadas y presentes tuviera tal origen.
No es novedad que una estrategia recurrente para generar empleo y "demostrar" trabajo por un gobierno estatal, municipal o federal, sea la inversión en infraestructura. Y no es que la infraestructura sea mala idea, al contrario es muy necesaria; pero necesita estar justificada y aportar al desarrollo sustentable de la región, es decir, requerimos de inversión inteligente en infraestructura. Ese tapar y hacer hoyos de la anécdota de Roosevelt, es conceptualmente igual al quitar estatuas de un lado para ponerlas en otro. O al parchar en época de lluvias los baches producto de una muy deteriorada carpeta asfáltica. O en un caso local y muy reciente: al desastre en que se convirtió parte de la colonia Delicias cuando al abrir boquetes para instalar drenaje pluvial, se hizo con tal falta de cuidado y planeación que se rompieron las tuberías de agua potable, dejando sin servicio a los vecinos y peor aún, teniendo que volver a intervenir las calles para reparar la tubería que semanas atrás destrozaron por descuido.
Es más, cada vez que nos encontramos en hora pico con una calle bloqueada mientras pintan sus banquetas o la bachean, la razón de tan “inoportuna” calendarización de obra es justo la necesidad de los administradores municipales de mostrar a la ciudadanía que están trabajando.
¿Se imaginan los resultados que se tendrían, si estas inversiones en infraestructura fueran planeadas, sustentables y apropiadas a las necesidades de la comunidad?
Conforme crecen las sociedades, los sistemas que las sustentan se van haciendo más complejos, pues cada elemento que alteramos en una dimensión, tiene impacto en otras dimensiones. No basta generar empleos sin ton ni son para movilizar la economía; como no basta abrir calles “como el Borras” para instalar drenaje; requerimos optimizar los recursos humanos, técnicos y económicos en cada intervención, actuar con inteligencia, planeando, diseñando escenarios y eligiendo alternativas de solución que beneficien al mayor número de personas, con la mente en los plazos corto, mediano y largo.
Los administradores públicos no basta que sean carismáticos, populares y honestos. Requerimos además que tengan la humildad suficiente para integrar en sus equipos de trabajo expertos en distintas disciplinas y que logren coordinar su operación desde una perspectiva multisectorial y multidisciplinaria. 

sábado, 17 de octubre de 2015

En “vivo” y a todo color

publicado el 17 de octubre del 2015, en la columna "Con peras y manzanas" del Diario de Morelos

En las mañanas, mientras me peino (¡esta vanidad me va a matar!), acostumbro poner en la TV algún programa con subtítulos. Hace unos días, mientras veía “The Middle”, me reía con el episodio en que sale la familia de vacaciones y el hijo menor, adicto a la lectura, se la pasa devorando libros sobre parques y vida al aire libre en lugar de bajar el libro y disfrutar “en vivo y a todo color” lo que otros describen.
Desafortunadamente, no es un tema de risa, o de ficción. Hoy día, se está poniendo de moda que en los parques recreativos (como Chapultepec) haya recintos para que los visitantes disfruten de experiencias 3D, 4D y no sé cuantas D más. De una forma muy curiosa, invitamos a quienes al fin se han despegado de las pantallas caseras, de sus computadores o de sus celulares, para volverse a enchufar en otra gran pantalla. Así, los visitantes del parque, que pretendemos dejen el sofá y la TV, podrán, sentados en cómodas butacas frente a una Televisionzota, disfrutar gracias a sus lentes 3D, de la experiencia virtual en un ecosistema… ¿No tiene más sentido armar recorridos interesantes, guiados por expertos en donde los asistentes al parque interactúen realmente (y no virtualmente) con nuestro maravilloso ecosistema?
Hace algunos años entré casi sin querer al cine; iba con unos compañeros de estudio y de vida, buscando distraernos con la gran pantalla. Sin saber de qué se trataba, y más por aprovechar la noche, entramos a ver “La Matrix”. La elección fue, como muchas gratas sorpresas de mi vida, ¡excelente! Pudimos ver efectos especiales nunca vistos, una historia entretenida y, para algunos de nosotros, un tema de culto más a que aficionarnos. La premisa central de la saga es un futuro donde la humanidad vive enchufada literalmente a un gran sistema de cómputo: La Matrix y ha sido la responsable de la extinción la mayoría de las formas de vida en la Tierra. Nuestro planeta es árido, inhóspito y hasta hemos logrado, con una contaminación brutal, obstruir permanentemente los rayos del sol. Entonces vivimos “felizmente” engañados por un gran sistema de cómputo que nos obsequia imágenes de altísima definición en 3D digital, 24/7
Aparentemente, ya no tenemos que esperar, como en la multi-citada película, a la destrucción del medio ambiente, mejor nos vamos adelantando y acostumbramos a las nuevas generaciones a hacer excursiones virtuales, mientras comen una cubeta retacada de palomitas, un refresco jumbo y un rico seudo-chocolate.
Lo paradójico del tema es que, si fomentáramos más la vida al aire libre y la convivencia con la naturaleza, generaríamos un compromiso personal con los ecosistemas que habitamos y visitamos, y la espantosa imagen del párrafo anterior se diluiría como una fantasía apocalíptica más.

sábado, 10 de octubre de 2015

Paciencia, perseverancia y felicidad.

publicado el 10 de octubre del 2015, en la columna "Con peras y manzanas" del Diario de Morelos

Hace casi treinta años me gradué como Ingeniera en Sistemas Electrónicos del Tecnológico de Monterrey, Campus Morelos. Uno de los factores de éxito del Tec viene de la evaluación constante de sus profesores, al aplicar siempre encuestas al fin de semestre. La más memorable debe ser le que se aplica a los graduandos del sistema ITESM, donde piden el nombre de los cinco mejores profesores y de los cinco peores profesores. A me tocó vivir el la entrada en rigor de la regla que estipulaba que los profesores debían tener doctorado (o “de perdida” maestría). Entonces “Pero, ¡si lo doctor no quita lo pe...lmazo!”, se convirtió en lema de todos (catedráticos y estudiantes) quienes encontrábamos absurda la nueva regla. Sin embargo, años después al llenar nuestra encuesta caímos en cuenta que los mejores profesores contaban en su mayoría con posgrados; y entre los peores profesores la proporción de posgrados era menor. Cuando me tocó prepararme para obtener el grado de Maestría (y más tarde con el Doctorado), me di cuenta de cómo, aunque efectivamente el grado no hace inmune a la estupidez ni a la cretinez (justo ahora me vienen a la mente algunos ejemplos de ambos), sí garantiza que el tienen las habilidades necesarias para llevar a cabo proyectos de investigación (cada tesis es prueba de esto); y que se ha pasado por el tamiz del pensamiento científico; la exposición entre pares y su consecuente crítica, evita posturas absolutistas, dogmáticas y autoritarias, es decir anti-científicas. 

Los que consideramos que entre más cultura científica empape a la sociedad en general, mejor mundo tendremos, lo creemos por estas razones. El pensamiento científico nos abre el horizonte, nos permite escuchar al otro, confrontar nuestras certezas honestamente y discernir los mejores caminos desde un ámbito tan libre de subjetividades como sea posible (no podemos evitar enamorarnos de nuestras teorías y enceguecer de amor de vez en cuando, lo reconozco). En este mundo global, multidisciplinario, donde es tan difícil demostrar competencias y credenciales que sean evaluadas por colegas de otras disciplinas, la obtención del grado es una forma de mostrar y demostrar que se habla el lenguaje de la ciencia y la tecnología. No dice que tan fluido lo hablamos, o que tan diestros somos en nuestra disciplina, pero sí garantiza un conjunto mínimo básico del que podemos partir para comunicarnos entre pares. Creo que el sistema educativo tradicional se beneficiaría muchísimo de un enfoque más académico. Un estilo que nos permitirá, desde pequeños, confrontar nuestras certezas, exponer nuestras ideas fluidamente por escrito y estar abiertos a las críticas y aprender de ellas. Ese concepto es el que nos motiva, a todos los que nos dedicamos total o parcialmente a las labores de comunicación y apropiación de la ciencia, para buscar espacios de interacción y promover el acercamiento a la cultura científica. Y lo hacemos con paciencia infinita y perseverancia sin fin, como deben emprenderse las grandes causas, aquellas que le dan sentido a la vida, que son más grandes que nosotros y que al perseguirlas, nos acercan a la felicidad.

sábado, 3 de octubre de 2015

Castigo democrático

publicado el 03 de Octubre del 2015, en la columna "Con peras y manzanas" del Diario de Morelos

La meditación  de las decisiones políticas nos ha envuelto en una dinámica de concurso de popularidad para tomar decisiones. Esto repercute en una promoción de candidatos a puestos de elección popular basadas únicamente en su atractivo popular. Esto  menoscaba las opiniones de los ciudadanos, de las instituciones democráticas y de los Estados soberanos encargados de defender el interés general; y los sustituye por lógicas estrictamente mercadotécnicas encaminadas a vendernos imágenes de personajes en lugar de promover la preparación de una clase política de calidad. De esta forma, nos encontramos ante una elección imposible: elegir entre políticos de carrera, que son víctimas y victimarios de la guerra sucia mediática; y entre candidatos pantalla con alta aceptación pública que prestan-cara a políticos que prefieren permanecer ocultos detrás de ellos.
Tristemente, ante la ineficacia del sistema político y de los políticos que hemos elegido en el pasado, se exacerba la desilusión y la impotencia. Esto ha favorecido un fenómeno de "voto de castigo". Lo que trae a la arena política candidatos que, por el simple hecho de haber accedido al poder de manera democrática (a través del sufragio), pretenden hacernos creer que vivimos en la era de la democracia. Y esto no es necesariamente cierto. Pues, al final la elección de la mayoría se basa en lo que los medios masivos (el cuarto poder) comunican.
No cabe duda que el voto de castigo funciona y funciona requetebién. Desafortunadamente, el castigo no ha sido para los partidos políticos, ni para los candidatos perdedores, el castigo es, fue y será para nosotros, los ciudadanos. Está en nosotros entender mejor el papel de los medios y las estrategias de comunicación. Comprender que ante la lluvia de información es indispensable desarrollar nuestras capacidades de análisis y discernimiento de conocimiento. Validar fuentes, abrir nuestro abanico de alternativas mediáticas, discutir abiertamente con grupos diversos lo que escuchamos, son solo algunas de las estrategias que nos van a transformar en una sociedad que decida mejor, que ejerza con libertad real su voto. Libertad basada en hechos y evidencias, no en campañas y maquillajes. Al final, esperemos pasar del castigo social en que nos hemos embarcado, al premio democrático.