sábado, 8 de agosto de 2015

Qué sí hacer

publicado el 08 de Agosto del 2015, en la columna "Con peras y manzanas" del Diario de Morelos

Hubo una época en casa en que la pasamos verdaderamente muy mal económicamente. Incluso llevarnos a la escuela era complicado; lograr que el Jeep del 45 que teníamos arrancara era toda una hazaña. Yo iba en la secundaria y recuerdo que cuando le sugería a mis papás que podía hacer algo para ayudar a la economía familiar como lavar coches, ellos siempre me respondían, “tú estudia, esa es tu única obligación, sacar buenas calificaciones”. Y muchas de esas veces, mi mamá añadía que le ayudara en casa levantando mi tiradero, lavando trastes, hablando menos por teléfono (en el siglo pasado, las llamadas entre teléfonos fijos costaban por minuto lo que hoy cuestan las llamas entre celular), o apagando las luces cuando salía de una habitación. Y tácitamente, me orientaban a no comprar en la tiendita de la escuela durante el recreo, pues en lugar de darme dinero para el lunch, me daban fruta o un sándwich.
Aunque parece que México siempre está en crisis, es innegable que 2015 está siendo un año muy complicado para la economía mexicana. Aunque el rumbo macroeconómico está fuera del alcance de la mayoría de nosotros, las decisiones nano económicas cotidianas nos pueden hacer más llevadera la situación familar, y también así podemos contribuir con nuestro granito de arena y apoyar a la economía Nacional. En ese sentido necesitamos: invertir en nuestro futuro y de nuestros hijos; disminuir nuestros gastos mediante el uso eficiente de los recursos; optimizar el costo de oportunidad al aplicar de la mejor manera posible la mano de obra en las labores que está calificada para hacer; y algo que es muy importante fomentar el contenido nacional, comprando preferentemente aquello que esté hecho en México.
En términos económicos, ya en casa me formaban ante la crisis familiar a: invertir en mi futuro, al estudiar; recortar gastos en el presente, al ahorrar y usar eficientemente teléfono y luz; optimizar los costos de oportunidad, al apoyar en las labores del hogar que permitían que mis papás hicieran labores para las cuales eran los más aptos, como educarnos, ayudarnos con las tareas y elevar el bienestar de la familia; e incrementar el contenido local, al evitar gastar recursos en la compra de comida externa que me podían proveer en casa.


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