miércoles, 17 de abril de 2013

Educación y formación


publicado el 17 de abril de 2013, en la columna "Con peras y manzanas" del Diario de Morelos



Muchas veces me preguntan por esa insistencia, que raya en la obsesión, de promover la cultura científica. La mayor crítica que enfrento tiene que ver con el cuestionamiento de para qué queremos formar más científicos, si parece no haber plazas para los que se encuentran en proceso de formación. Es curioso cómo asociamos la promoción de la cultura científica a la generación de científicos profesionales y no hacemos lo mismo con la cultura artística.
Todos hemos pasado por la experiencia de ir a clases de música, danza o artes plásticas, y muy pocos aspiramos a ser músicos, bailarines o artistas plásticos profesionales. De hecho, la razón por la que nuestros padres nos inculcan la apreciación artística es para mejorar nuestra calidad de vida, para enriquecer nuestra experiencia cotidiana y fomentar nuestra formación integral. Gracias a esa educación artística no formal, de adultos tenemos la capacidad de reconocer el valor de la cultura artística y promovemos ,en la medida de nuestras capacidades, la generación de espacios dedicados al arte. Esta promoción que hacemos los legos, permite la apertura de espacios para los artistas profesionales. Cada libro que compramos, cada concierto al que asistimos, cada exposición que visitamos, abre la puerta a la generación de talento y a una cultura mexicana más rica y plena. Nadie discute este círculo virtuoso, y a la fecha, seguimos asistiendo con gran gusto a los recitales y exposiciones de nuestros hijos.
Algo similar ocurre con la cultura científica. Promoverla impacta en la formación de todos nosotros y en la generación de una estructura de pensamiento crítica que nos permita: ver el mundo que nos rodea con más claridad, discernir entre la información que recibimos, entre la que es veraz y la que no lo es, y con esto tomar decisiones más acertadas.
La educación en ciencia, formal y no, es fundamental para generar ciudadanos que respondan mejor a las exigencias de la sociedad del conocimiento. Estos ciudadanos sensibilizados científicamente podrán apreciar las bondades de la CTI y serán capaces de generar círculos virtuosos que promuevan la ciencia, tecnología e innovación mexicana. 

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