jueves, 11 de abril de 2013

Cómo sí…

publicado el 11 de abril de 2013, en la columna "Con peras y manzanas" del Diario de Morelos



En los años que llevo involucrada con equipos de trabajo multidisciplinarios, una de las características más importantes que he podido observar entre sus integrantes como indicador de la efectividad potencial del grupo es su actitud ante los obstáculos. Cuando se reúne a trabajar un grupo donde los participantes tienen distinta formación, experiencia y actividad, sin duda hay muchos elementos que contribuyen a que éste se complemente y comunique. El obvio es la necesidad de que todos los miembros tengan un objetivo común, que suele ser la razón por la que se reúnen. Para los temas de desarrollo tecnológico e innovación, la necesidad a resolver es el tema unificador. Con esto en la mesa, todos los integrantes aportan su conocimiento para caracterizar la necesidad y proponer soluciones posibles.
Es justo en este momento que aparece ese elemento clave que, en mi experiencia personal, nos permite vislumbrar que tan exitoso será un equipo en la consecución de sus resultados.
Todos conocemos a alguien que, cuando le proponemos un plan, encuentra una y mil razones por las que nuestra propuesta fallará. ¿Cuántos argumentos hemos encontrado cuando hablamos, por ejemplo, de la separación de residuos en casa? “Es una lata”, “no sé cuáles plásticos sí se reciclan y cuáles no”, “no lavo mis trastes, ¿voy a lavar la basura?”, “yo soy sólo una persona tirando basura, la responsabilidad es del gobierno”, o el lapidario: “¿Para qué separar, si llega el camión y los revuelve todos otra vez?”, son sólo algunos de los porqué no hacer la separación de residuos. Cuando estoy en un grupo donde la lista de porqué no empieza a crecer, sé que lograr concretar resultados será mucho más complicado. En contraste, hay afortunadamente, personas que, ante cada obstáculo encuentran una manera de resolverlo. Entonces escuchamos cosas como: “el daño al ambiente es tan grande, que bien vale el esfuerzo”, “voy a encontrar en internet la lista de plásticos que son reciclables y se las mando”, “pues no hace falta lavar los residuos, con una buena enjuagada es suficiente”, “si cada uno contribuimos, podemos hacer una diferencia”, y finalmente, “sólo hay que darle al camión los residuos orgánicos y llevar a los centros de acopio todo lo inorgánico”. Con una sola persona con esta actitud de cómo sí poner manos a la obra y hacer un cambio, aseguramos el éxito de grupos enteros. Imagínense lo que podría ser nuestro entorno si más nos dedicáramos a encontrar los cómo sí que nos plantean los porqué no.



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