Hace
unos días en la plática de sobremesa con uno de mis socios, me comentó que él
no buscaba que sus colaboradores fueran de “tiempo completo” sino de “todo el
tiempo” y la definición me encantó.
Esa misma tarde, comentando la anécdota con
uno de mis colaboradores, tuve la grata sorpresa de ver como él no entendía la
diferencia, pues al igual que yo, su actitud hacia la labor que desempeña es
justo de “todo el tiempo”. Esto no significa que hay que encadenarse al
escritorio, sino más bien se trata de tener un grado de compromiso con la labor
realizada que se enfoque en obtener resultados y no en cumplir con las horas.
En mi experiencia, aquellos que tienen la capacidad de ver más allá del reloj, de las actividades y del “tiempo completo”, cuando de trabajo se trata, son quienes logran más resultados, satisfacción y una mejor calidad de vida, producto justo de ese éxito continuo. Esto es especialmente cierto en la labor del emprendedor. Lograr concretar una nueva empresa requiere pasión, enfoque, toneladas de actitud “cómo sí”, paciencia y perseverancia. Y para conducir esas empresas por el buen camino, es necesario encontrar oportunidades “todo el tiempo”. El emprendedor vislumbra posibilidades para sus proyectos en la regadera, en los noticieros que escucha camino a la oficina, en las charlas de café, en las cápsulas de televisión y en las columnas del periódico. Lo mejor de todo es que lo hace con gusto, como parte de su cotidianeidad. Gestar, ejecutar y mejorar el proyecto de emprendimiento no le cuesta trabajo, no le resta calidad de vida, no le mata el entusiasmo. Al contrario, ver los avances y hasta los errores, genera conocimiento, afina la puntería y optimiza el concepto a emprender.
Muy probablemente hay muchos trabajos en los que laborar “tiempo completo” es suficiente. No así para la innovación y el emprendimiento exitosos, en estos casos el requerimiento es “tiempo total”.
En mi experiencia, aquellos que tienen la capacidad de ver más allá del reloj, de las actividades y del “tiempo completo”, cuando de trabajo se trata, son quienes logran más resultados, satisfacción y una mejor calidad de vida, producto justo de ese éxito continuo. Esto es especialmente cierto en la labor del emprendedor. Lograr concretar una nueva empresa requiere pasión, enfoque, toneladas de actitud “cómo sí”, paciencia y perseverancia. Y para conducir esas empresas por el buen camino, es necesario encontrar oportunidades “todo el tiempo”. El emprendedor vislumbra posibilidades para sus proyectos en la regadera, en los noticieros que escucha camino a la oficina, en las charlas de café, en las cápsulas de televisión y en las columnas del periódico. Lo mejor de todo es que lo hace con gusto, como parte de su cotidianeidad. Gestar, ejecutar y mejorar el proyecto de emprendimiento no le cuesta trabajo, no le resta calidad de vida, no le mata el entusiasmo. Al contrario, ver los avances y hasta los errores, genera conocimiento, afina la puntería y optimiza el concepto a emprender.
Muy probablemente hay muchos trabajos en los que laborar “tiempo completo” es suficiente. No así para la innovación y el emprendimiento exitosos, en estos casos el requerimiento es “tiempo total”.
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