jueves, 2 de octubre de 2014

Glorietas lógicas

publicado el 02 de octubre de 2014, en la columna "Con peras y manzanas" del Diario de Morelos

Desde siempre, Cuernavaca se ha distinguido por sus glorietas. Son referencia obligada para quien llega a la ciudad “si entras por la glorieta de la Paz…”, o motivo de nostalgia para quienes aún nos corregimos cuando damos referencias en un “si entras por la libre, toma la glorieta… perdón, el distribuidor de Zapata y…”. Curiosamente, también son motivo de enojo cotidiano y hasta de accidentes ocasionales.
Cuando uno toma clases de manejo formales, entre las lecciones que aprendemos (yo hice el curso dos veces seguidas cuando tenía 14 años), una de las más claras es que la preferencia en las glorietas la tienen quienes están dentro y quieren salir. Esto es, los que queremos entrar a la glorieta debemos esperar. En mi ruta cotidiana de casa al trabajo y viceversa tengo un pase de glorieta asegurado. Y por lo menos cuatro veces a la semana, me avientan el coche los que entran a la glorieta, tratando de entrar antes de que yo salga. Y eso no es lo peor, me tocan el claxon otras 3 veces a la semana cuando yo, siguiendo la regla, asumo preferencia para salir y no me detengo en la glorieta para dejarlos entrar. Que me avienten el coche a lo cafre, podríamos pensar que es un acto de patanez vial; pero el claxon que pretende corregir a quienes seguimos la regla de tránsito me dice que hay una genuina creencia de que los entrantes tienen toda la preferencia y por eso nos educan a claxonazos.
Cuando mi hija aprendía a manejar, ella fue la única entre sus amigos que tomó clases formales de manejo con instructor, auto de doble control y demás; igualito que su madre. Así que comentar las reglas de tránsito con todos sus cuates era su gracia. Recuerdo bien que, cuando salió el tema de las glorietas, a todos les pareció una lección innecesaria. Me explicaban “pues es como en los elevadores, o en los vagones del metro, primero debe salir la gente que está dentro y después entramos los que estamos fuera, si no, gran caos que tendríamos, ¿no?”
La lógica de un grupo de adolescentes claramente dictaba qué hacer en una situación de tránsito. Llevado el ejemplo el extremo, si en un tráfico de hora pico, todos insistimos en entrar a las glorietas e impedimos la salida de los demás, tendríamos embotellamientos épicos. Quienes lleven lo que va del siglo en Cuernavaca, tal vez recuerden lo que sucedía en la extinta glorieta de Zapata. Las reglas de urbanidad suelen tener una base lógica detrás, no es necesario que todos nos aprendamos el reglamento de tránsito de memoria, o que tomemos dos o tres cursos de manejo, Lo que necesitamos es aplicar los principios lógicos basados en el respeto por los demás y de bien comunitario. Esta maravillosa inteligencia que hemos desarrollado gracias a la selección natural es nuestro mayor activo; hasta en las decisiones triviales del día a día, el razonamiento lógico es nuestra mejor herramienta.

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