jueves, 2 de julio de 2015

¿Qué milagro va a pasar?

publicado el 02 de Junio del 2015, en la columna "Con peras y manzanas" del Diario de Morelos

Tuve mi primer novio formal a los 18 años. El buen hombre era estudiante de ingeniería una generación mayor que yo. Cuando lo conocí era novio de la amiga de una amiga. Y debo confesar, con mucha pena, que seguía siendo su novio cuando empezamos a salir. Pasaba por mí a casa, me invitaba al cine y me escribía cartitas. Yo, que nunca había recibido ese tipo de atención estaba fascinada con “el novio de la amiga de mi amiga”, hasta que un día, en un ataque de remordimiento de conciencia, le puse un ultimátum: no volveríamos a salir juntos si él seguía con su novia. Ese mismo día, el “hombre maravilloso” terminó su relación de año y medio, me llevó a la Feria de Cuernavaca (cuando era Feria de la Flor y no una vergüenza de fayuqueros y cheleros) y le presumimos al mundo nuestro romance. Poco me duró el gusto, al finalizar el semestre me escribió una carta que lejos de llenarme el oído de miel, me explicitaba lo difícil que era salir conmigo, que me adoraba pero no estaba a mi altura, y que “no eres tú, soy yo”. Yo, joven e inexperta le creí todo, hasta que regresamos a clases. Resulta que cuando lo vi en las inscripciones de la mano de la hermana de un compañero, casi me infarto. No por lo rápido que me había sustituido en su corazón, sino porque durante los exámenes finales, cada tarde que no pasaba conmigo era porque había ido a la casa de su amigo a estudiar. ESTUDIAR, sí como no. Entonces la vida me dio una de las grandes lecciones, la amiga de mi amiga, pasó junto a mí y me dijo: “Karla, ¿qué esperabas?” Y ¡zas! Lo entendí, tomé una decisión sin tomar en cuenta la historia de la situación. Un galán que tiene el descaro de coquetearnos mientras tiene una relación formal con alguien más, nos lo va hacer también a nosotras. ¿Qué milagro podría haber sucedido para que el buen hombre cambiara su conducta de apareamiento de una relación a otra?
Cuando entrevisto candidatos para puestos en una empresa, una de las herramientas de evaluación más importantes es aprender sobre su desempeño en otros trabajos, o en otros espacios de desarrollo. Quien llega quejándose de su empleo actual o de sus jefes anteriores, buscando congraciarse con los actuales empleadores, muy probablemente tendrá esa actitud de falta de compromiso y cariño con el nuevo ambiente laboral. Y no se trata de que el pasado nos condene; efectivamente, los seres humanos tenemos la capacidad de modificar nuestra conducta, pero debe de haber una razón de peso para hacerlo. Un jefe manipulador, falto de compromiso, que extorsiona a sus subalternos, va a seguir siendo manipulador y extorsionador conforme avance en la jerarquía organizacional. Promover candidatos a posiciones de mayor poder, requiere estudiar cuidadosamente su desempeño en situaciones de menos jerarquía. Si con poco poder fue un pequeño tirano, con más poder será un gran tirano. Diga lo que diga.
Mi exnovio de la carrera ya va por su tercer divorcio. Le tengo un gran aprecio pues, en su momento me hizo muy feliz, y también muy desdichada; y ambas cosas son de agradecer, pues aprendí de ellas. En su vida personal, no ha pasado ningún milagro aún que lo haga comprometerse al 100% en una relación.
Yo no creo en los milagros, pero sí en el aprendizaje y la transformación basada en la convicción que surge de las lecciones aprendidas.

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