Desde muy niña, si con algo he
experimentado es con mi cabello. La culpa la tiene mi mamá, a quien
recuerdo con muy distintos estilos, largos y colores en el peinado.
Muy claro tengo una vez, en plena época setentera verla de cabello
muy corto y reflejos verde cromo. Ante las críticas que recibió de
amigos y familiares, siempre la oí exclamar: “todo fuera como el
pelo”. Esa frase ha marcado mi vida, tanto en lo literal como en lo
metafórico. Quienes me conocen (o se dan una vuelta por mis álbumes
en Facebook) saben que he sido, desde rubia platino, hasta mi natural
castaño muy oscuro, pasando incluso, por un notorio, inoportuno y
accidental naranja-zanahoria. Me he rizado, alaciado, cortado y
trasquilado en cabello toda mi vida, siempre experimentado y
recordando que en la vida, pocas cosas son tan reversibles
(relativamente) como el estilo del cabello.
De la misma forma en que, alegremente
voy por la vida abusando de la reversibilidad del estilo capilar, soy
exageradamente cuidadosa al tomar decisiones con consecuencias
irreversibles. Es decir, ante dos opciones aparentemente igual de
buenas, siempre tomo la que tenga mayor potencial reversible. Por
ejemplo, al decidir sobre la contratación de dos candidatos para un
puesto, ante un empate en lo técnico, decido por aquél que no tenga
que renunciar a su trabajo actual, o que no necesite cambiarse de
domicilio. De esta forma, si no funciona la relación laboral, no
habré orillado a una persona a elegir un camino irreversible
(quedarse sin empleo, o invertir en un cambio de domicilio).
Sin embargo, muchas veces las
consecuencias de lo que hacemos son por naturaleza irreversibles,
entonces creo que lo mejor el elegir actividades que ayuden a mitigar
los impactos negativos de esas acciones. Esto sucede claramente con
el tema del cambio climático. Es bien sabido que el proceso que
hemos emprendido como sociedad civilizada tiene ya efectos
irreversibles en la naturaleza global, lo importante ahora es que
encontremos estrategias efectivas para mitigar estos impactos
negativos y detengamos tan pronto como sea posible las acciones
cotidianas que contribuyen al cambio climático. Emplear a la
ciencia, la tecnología y la innovación como aliadas estratégicas
para contender con los efectos negativos de este fenómeno es
fundamental para lograr que nosotros y las siguientes generaciones
puedan disfrutar de una vida digna en este planeta.
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