En 1950, Alan Turing, el padre de las
ciencias computacionales y la inteligencia artificial, propuso una
prueba para evaluar la capacidad de una computadora de mostrar
comportamiento inteligente, equivalente a la de un ser humano. En
este ejercicio, un evaluador humano sostiene una conversación por
escrito, pero en lenguaje cotidiano (mediante un teclado y pantalla)
con dos entidades a las que no puede ver. Una entidad es una persona
y la otra es una computadora que haya sido diseñada para mostrar
comportamiento humano. Si el evaluador no es capaz de distinguir cuál
de las entidades es la persona y cuál es la computadora, se
considera que la computadora pasó la prueba. La evaluación no es
sobre la cantidad de información, ni sobre la velocidad de
respuesta, es únicamente sobre el comportamiento, el tipo de
respuesta, y la interacción “social” entre evaluador y evaluado.
El evaluador, al no poder ver quién le responde, se podría decir
que es “ciego a la composición” de sus entrevistados y no debe
poder distinguir quien es un ser de Carbono o de Silicio.
El tema de la equidad sexual es parte
de lo que vivimos todos los días. Desde el famoso “niñas y niños”
de Fox, hasta la controversia por las cuotas de género en cargos
públicos. Incluso es tema el correcto uso de los términos: “equidad
de género” o “equidad sexual”. A este respecto Mariana
Bestard, una colaboradora antropóloga, me convenció de que si vamos
a hablar de género, entonces el tema trasciende al sexo cromosómico
e incluye al transgénero también.
En 2004, mientras organizábamos un
evento para reconocer a científicas destacadas radicadas en Morelos,
Xavier Soberón, entonces director del IBt, me comentó que su visión
al colaborar con sus colegas era “ciega al género”, y el
concepto me encantó. El día en que podamos renunciar, como sociedad
en su conjunto, a las acciones afirmativas en pro de las mujeres,
porque ya no hagan falta; cuando realmente estén en las posiciones
de poder, toma de decisiones y desarrollo profesional las personas
más calificadas, y su composición cromosómica, no sea un factor
(en contra o a favor); cuando al evaluar a otra persona lo hagamos
con el criterio de Turing, sólo por el comportamiento, el tipo de
respuesta, y la interacción social, con total “ceguera al género”,
ese día podremos hablar de una comunidad libre progresista y
madura.
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