De
niña, me moría de la pena cuando mi abuelita Lola llamaba la
atención de quienes cometían una falta de educación o urbanidad,
ya fueran conocidos o no. ¿Cuántos no tenemos recuerdos infantiles
de haber sufrido “pena ajena” en este tipo de situaciones? Los
papás en los restaurantes, las mamás en las tiendas de ropa, o los
abuelitos con las visitas en casa, siempre poniendo en su lugar a
meseros, dependientes o amigos que cometían alguna falta. “Para
eso están sus jefes, o sus padres”, pensaba yo, “¡qué ganas de
meterse en lo que no es su asunto”, remataba mentalmente contra mis
latosos seres queridos. Sin embargo, conforme han pasado los años me
he ido transformando poco a poco. Lo veo en la casa y la oficina, con
colegas y amistades. Aquellas cosas que antes sólo me incomodaban y
con levantar una ceja o hacer nota mental de “¡Aish, qué falta de
educación el tirar la basura a la calle”, ahora las llevo al
extremo de levantar el papelito y mostrárselo al maleducado con un:
“Disculpe, se le cayó esto fuera del bote de basura”. Sí,
aunque duela reconocerlo, me estoy convirtiendo en mis padres, mis
tíos y mis abuelos, soy una adulta latosa más.
Hoy,
veo con gran desconcierto los comentarios de la comunidad general en
temas de educación, economía informal o medio ambiente, esperando
que las autoridades sean la solución de todo y para todo. Cuando las
irregularidades se dan y se sostienen con la complicidad, no sólo de
las estructuras gubernamentales, sino de todos nosotros, los
ciudadanos de a pie. No voy muy lejos, la razón por la que existen
negocios clandestinos o irregulares es porque nosotros como
consumidores/clientes/usuarios los promovemos. Detonar el desarrollo
sustentable integral (que incluye los social, económico, ambiental e
institucional), requiere de la participación consciente y activa de
todos nosotros.
Asumamos
nuestra responsabilidad como sociedad, trabajemos en equipo y
aportemos nuestro grano de arena para mejorar las condiciones en que
vivimos todos. Reduzcamos la generación de desechos, reusemos lo que
tradicionalmente consideramos desechable y entreguemos en centros de
acopio el material inorgánico para reciclarlo. Ahorremos energía y
promovamos el uso de energías renovables.
Sí,
el gobierno debe establecer políticas públicas e invertir en
ciencia, tecnología e innovación para mejora nuestra calidad de
vida. Está en nosotros que esas políticas se sigan y que esa
inversión reditúe. Seamos adultos latosos, proactivos y
pro-sustentabilidad, sólo así podremos ver y lograr que otro
Morelos sea posible.
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