Durante años, cuando me preguntaban por mi comida favorita
respondía invariablemente: “albóndigas”. Las he comido rellenas de queso, de
huevo cocido, de arroz, sin relleno, en caldillo de jitomate, de chipotle, de
tomate verde, con espagueti, con clavo (¡guácala!), pequeñitas, grandotas, de
res, de pollo y hasta de cerdo. Pero ningunas tan ricas como las que hacen las
mujeres de mi familia. Sé que tanto mi madre como yo aprendimos a hacerlas por
imitación. Ambas ayudamos en nuestras respectivas infancias a su madre (mi abuela).
Las recetas de mi abuelita Lola, son parte del acervo culinario familiar. El conocimiento
se transmitió por socialización; es decir, sin que hubiera una receta o un
manual de por medio, como gran parte de las recetas familiares. Por esta razón,
sé que las albóndigas de Lola, las de Graciela y las de Karla, son distintas.
Muy parecidas, del mismo tamaño inclusive, con elementos comunes y sabores
familiares, pero cada una de nosotras le hemos dado nuestro toque personal.
Este domingo platicaba con mi hija Karla, sobre su receta
para hacer brownies (que le quedan
buenísimos), y de cómo, a pesar de haberle pasado la receta escrita a una amiga
suya, a la pobre mujer le quedaron “no tan buenos”. Una transferencia efectiva
de conocimiento requiere tanto de compartir lo tácito, como lo explícito. Si mi
madre y yo conserváramos el recetario de mi abuelita, estoy segura que
lograríamos emular sus albóndigas a la perfección.
Este año he interactuado con la comunidad de la Universidad
Tecnológica del Sur del Estado de Morelos (UTSEM). Con gran gusto he podido ver
como su cuerpo docente comparte una cultura académica integral, técnicamente
sólida y ética. En este primer año de vida, la UTSEM no sólo ha logrado
homologar la cultura educativa de su comunidad mediante la convivencia,
compartiendo conocimiento tácito; sino que, de manera muy destacable,
decidieron institucionalizar el conocimiento, al explicitarlo en documentos de
dominio público.
Contar con documentos de referencia en nuestras
instituciones educativas, además de compartir una cultura de manera cotidiana,
asegura un crecimiento continuo, bien cimentado y orientado. Entender la
importancia de generar estos documentos desde los primeros meses de vida de una
universidad, es muestra clara de una actitud científica y crítica. ¡Felicidades
a la comunidad UTSEM por esta iniciativa!
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