Una de las actividades que más he
disfrutado en mi vida profesional, y que más extraño, es dar clases; en
especial enseñar matemáticas a alumnos de administración y ciencias sociales. Y
no, sadomasoquista no soy, simplemente es un deleite ser testigo de cómo la
integración del pensamiento abstracto forma mejores estudiantes. Contra la
creencia común, aprender matemáticas nada tiene que ver con memorizar las
tablas de multiplicar, o las fórmulas trigonométricas; se trata de aprender
lógica y ejercitar el pensamiento abstracto. El pensamiento matemático nos
permite generalizar conceptos y luego aplicarlos a casos particulares, apreciar
diferencias, hacernos preguntas y eventualmente encontrar respuestas.
Hace unos días, me reencontré con uno de
mis mejores alumnos de Álgebra Remedial, hoy Licenciado en Sistemas de
Computación Administrativa. Durante la charla me consultó una duda sobre la gravedad
en la Tierra, su incredulidad de que fuese la misma en toda superficie
terrestre y por lo tanto, el hecho de que la misma persona pesara lo mismo en
el Polo Norte o en Costa Rica. ¿De dónde surgió la duda? De saber que en las
estaciones espaciales, se puede simular el efecto de la gravedad, con la fuerza
centrífuga provocada al rotar sobre su eje (hecho muy divulgado en noticias,
televisión y hasta películas). Este mismo hecho, al aplicarlo a la superficie
terrestre, nos lleva a pensar que, dado el fenómeno de rotación de la tierra
(el de dar vueltas alrededor de su propio eje) la fuerza centrífuga debería
“expulsar” a las personas con más fuerza hacia fuera de la tierra en el
Ecuador, que en los Polos. Entonces, la fuerza de atracción que nos jala hacia
el centro de la Tierra, debería ser mayor conforme nos alejamos del Ecuador. Este
razonamiento, basado sólo en principios sencillos, la observación y la
generalización, gana validez al consultar fuentes especializadas. Resulta que
todo lo supuesto, es cierto, no sólo en el aspecto teórico, sino en las
mediciones experimentales. Dado que el peso de una cosa o persona en la Tierra,
depende de su masa y de la fuerza con que esta es atraída por la Tierra
(gravedad), pesamos menos en el Ecuador que en los Polos.
Si alguna vez se habían preguntado sobre las
ventajas de vivir en Cuernavaca, en lugar de en Los Ángeles, además del clima
excepcional y la importancia de nuestra comunidad científica, debo confesar que
pesar 0.17% menos aquí que allá, es una muy buena razón, aunque sea sólo por
vanidad.
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