En estas vacaciones, tuve la oportunidad de ver muchísima
televisión. Me puse al día en las series que llevaba rezagadas y de paso, me
receté una buena dosis de comerciales. Entre los muchos que vi, uno de una
universidad, me llamó la atención. El comercial muestra a un joven que relata
alegremente como de niño le preguntaban “¿qué quieres ser?”, y él se imaginaba
a sí mismo como astronauta o policía. El mismo joven, relata segundos después
con semblante sombrío, que ahora “sólo le preguntan, ¿qué quieres estudiar?”.
Recuerdo bien dos etapas de mi vida distintas. La primera,
mi elección de carrera. Entonces, por circunstancias de vida, debía elegir una
carrera de una institución en particular. Seleccioné la única que no tenía
“Administración” como materia y que por otro lado, tenía la mayor cantidad de
materias sobre matemáticas o física. Estudié Ingeniería en Sistemas
Electrónicos. La segunda etapa duró poco más de un semestre, y fue la elección
de carrera de mi hija. Karla se debatía entre ser filósofa, física, antropóloga
o socióloga. En la prepa le hicieron baterías de exámenes durante el curso de
Orientación Vocacional, que mostraban para que era buena, para que no tanto, y
que parecía ser que disfrutaba más. Finalmente, se inscribió en la Facultad de
Ciencias de la UNAM en Física. Eso fue hace más de 3 años, hoy sé que se
cambiará de carrera a Matemáticas y por supuesto, igual que yo a su edad, no
tiene idea de que será “cuando sea grande”.
La orientación vocacional tiene que ver tanto como con lo
que queremos ser, como con lo que queremos hacer y más importante aún, lo que
nos gusta hacer, aquello que nos da satisfacción al pensarlo, ejecutarlo y
lograrlo. Todas las alternativas profesionales pueden ser excelentes
elecciones, siempre que la elección se base en los gustos y afinidades
actuales; pues eso nos llevará a ser excelentes en nuestra labor, a disfrutarla
plenamente y por lo tanto, el éxito y la satisfacción estarán en el día a día,
no sólo en los días de quincena (o como mala suerte, ¡ni en esos!). Morelos
tiene instituciones de educación superior de alto nivel donde nuestros jóvenes
pueden estudiar Agricultura Sustentable y Protegida (UTSEM), Energías Renovables (IER-UNAM), Gestión
Intercultural (UAEM), Ingeniería en Biotecnología (UPEMor), Nanotecnología
(UTEZ), por ejemplo. Estas son algunas de las muchas alternativas
científico-tecnológicas que les permitirán transformar sus entornos y
contribuir a que un mejor México sea posible.
Recapitulando, en mi caso, por evadir las materias
administrativas, y perseguir las matemáticas, estudié y me titulé como
Ingeniera en Sistemas Electrónicos. Me dedico todos los días a administrar mi
empresa, los proyectos de mis clientes, el conocimiento de mis aliados
estratégicos y el tiempo de mis colaboradores. Mi abuelita decía “aquello que
no puede ver, en tu casa lo has de tener”, la administración de la que huí tan
poco exitosamente, es hoy día, la fuente de mis mayores satisfacciones
profesionales.
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