jueves, 10 de abril de 2014

Tradiciones que transforman

publicado el 10 de abril de 2014, en la columna "Con peras y manzanas" del Diario de Morelos

Hace 13 años Jaime Padilla escribía en Hypatia, la revista de divulgación científico-tecnológica del Gobierno del Estado, sobre la importancia de los concursos de ciencia como una gran oportunidad para aprender. Entonces se destacaban dos eventos. Uno, el Concurso Estatal de Ciencia y Tecnología, organizado por la Subsecretaria de Educación del Gobierno del Estado de Morelos; y el otro, organizado por el CUAM, que iba ya en su 12ª celebración y que convocaba estudiantes, no sólo de Morelos, sino también del DF, Guerrero, Quintana Roo y Tabasco.

Tuve la oportunidad, en los albores del siglo XXI de ser parte del jurado en ambos eventos y mi rostro se ilumina siempre que los recuerdo. Talento excepcional, entusiasmo desbordante, creatividad al por mayor, todo se conjugaba para lograr una experiencia única para todos los participantes. El aprendizaje era tanto para los estudiantes, que se enfrentaban al rigor de académicos de distintas instituciones y niveles de exigencia; como para los evaluadores, que maravillados observábamos como la imaginación y la creatividad podían suplir cualquier carencia económica, docente e incluso metodológica.

Debo confesar que no sé que sucedió con el Concurso Estatal de Ciencia y Tecnología, que organizaba la Subsecretaría de Educación. Con los cambios personales y sexenales les perdí la pista. Sin embargo, año tras año tuve siempre noticias del Congreso de Investigación del CUAM, Alma Ayala, su fundadora y actual organizadora, nunca dejó de compartir invitaciones, logros y reseñas. Y, año tras año, he podido ver el impacto de este evento en quienes han participado en él.  Sé que algunos estudiantes consolidaron su vocación científica o tecnológica. También sé que a otros tantos, les mostró un aspecto divertido y noble de la actividad CTI. A mí en lo personal, me hizo mucho más objetiva y mejor crítica al evaluar el trabajo de otros. Aprendí tanto de mis colegas evaluadores, como de los jóvenes estudiantes. Esta semana se lleva a cabo el XXV Congreso de Investigación CUAM ACMor, maravillosa tradición anual de la comunidad académica de Morelos. El congreso es, hoy día, una verbena de conocimiento con conferencias magistrales, simultáneas, presentaciones de proyectos de primaria, secundaria y preparatoria.


Mientras escribo estas líneas tengo el rostro iluminado, anticipando lo que aprenderé mientras participo una vez más como jurado. ¡Gracias Alma, por mantener el entusiasmo y fomentar el cariño por la CTI en la juventud mexicana!

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