jueves, 9 de abril de 2015

De risa... pero ya no tanto...

publicado el 09 de Abril de 2015, en la columna "Con peras y manzanas" del Diario de Morelos

Mi madre de niña, preocupada porque el agua acabaría pronto, ensayaba tomando la menor cantidad de agua posible todos los días, esperando que su cuerpo se adaptara a la inminente tragedia. Afortunadamente para la salud de sus riñones, aprendió que la evolución de las especies no funciona así... Esta anécdota es una de las que de pequeña me hacía estallar en carcajadas, no por la razón que me gustaría presumir aquí: "que yo de niña entendía el proceso de selección natural y me reía del error de mi madre", ¡para nada! Me atacaba de la risa por lo "absurdo de pensar que un día nos quedáramos sin agua... ¡por favor!". El agua, en mis tiempos, se tomaba de la llave... Sí, leen bien, de la llave, sin filtro, ni gotitas de cloro, ni teníamos que hervirla. Es más, el agua hervida y luego enfriada, sabía feo. Sabía insípido si la atemperábamos al aire libre, y a "refri" si la enfriábamos más rápido dentro del refrigerador. Todavía recuerdo las tardes de vacaciones que con el calor del verano, chapoteábamos en el jardín mientras mi mamá regaba las plantas, acercándonos al chorro de agua de la manguera para saciar sed y refrescarnos cara y pecho con el salpicón hídrico.
En época de lluvias, Cuernavaca se inundaba. A mis escasos 10 años, no atribuía esas inundaciones a un deficiente servicio de colecta de agua. Para mí, si algo sobraba en la vida era el agua. El agua limpia, fresca, sabor a Cuernavaca. Pensar que mi madre en su niñez se preocupara por una sequía mundial, era para tirarse de la risa...
Hoy, al recordar esa anécdota familiar, lamenté que la evolución no se diera como mi mamá de niña esperaba. No podemos decidir que no necesitamos el agua como pobladores de este planeta y auto-modificarnos para sobrevivir ante la falta del vital líquido. No nos queda más que CUIDARLO. Y cuidarlo efectivamente, que va mucho más allá de "cerrar la llave, bañarnos con la menor cantidad de agua posible, usar WC con tanque reducido", tenemos que preocuparnos por cómo se trata el agua que usamos, por cómo y dónde se construyen los nuevos asentamientos humanos, las plazas comerciales, etc.  

El fin de la abundancia de agua potable ya inició, el primer paso es reconocerlo, vamos por los demás. Tristemente, ya no es por nuestros nietos, ni por nuestros hijos, es por nosotros, la importancia de cuidar el agua potable ya se convirtió en urgencia.

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