jueves, 1 de agosto de 2013

Sopa o postre

publicado el 1 de agosto de 2013, en la columna "Con peras y manzanas" del Diario de Morelos

Todavía recuerdo lo excepcional que era hace 20 años tener acceso a Internet. En 1993 había sólo un navegador de internet, Mosaic, y como estudiante de posgrado en Ciencias Computacionales, tenía la posibilidad de enviarle correo a mis compañeros y maestros. Hasta ahí llegaba la comunidad en línea. En ese tiempo los mensajes que intercambiábamos eran “ligeros”, textos sin formato ni gráficas incluidas. Además, cuidábamos al extremo el no enviar documentos anexos muy grandes, pues hacerlo podía no sólo evitar que llegara nuestra comunicación a su destino, sino peor aún, podíamos “tirar” la red.
Diez años después, en el 2003, ya me comunicaba por Windows Messenger con mi madre e hija, para atender pendientes familiares o resolver dudas de tareas. En sólo 10 años, la comunicación web había pasado de un medio para especialistas a una plataforma de comunicación amigable para todos aquellos que tuvieran acceso a una computadora y conexión a internet. Los distintos manejadores de correo permitían ya enviar correos con formato y anexar archivos hasta de 1 Mb, sólo había que tener paciencia para que el mensaje “subiera” a la red.
Hoy día lo que sobran son medios de acceso y plataformas de comunicación. Ya no basta con tener correo y página web, ahora la actividad en redes sociales es parte de la comunicación digital. Sin embargo, como tantas actividades en las que nos enfrascamos, es importante usar correctamente las herramientas de esta era digital, para potenciar su efecto y lograr comunicarnos mejor. Conocer los alcances y limitaciones de cada medio: páginas, blogs, Facebook, Twitter, Linkedin, Instagram, Foursquare o Tumblr, es parte de lo que los ciudadanos digitales debemos integrar a nuestro cuerpo de conocimientos. Lo que para nuestra comunicación social es aceptable (tuitear durante todo el día los acontecimientos de nuestra vida), para las organizaciones es más complicado. El balance justo de contenido actualizado y de fácil acceso en páginas web, la interacción de la comunidad en ciertos temas de debate y opinión en Facebook, los avisos instantáneos en Tuiter con “balazos” importantes y ligas a comunicados oficiales “fijos” en esas páginas web institucionales, es lo que requerimos los habitantes de la aldea digital para estar bien comunicados e informados.

La respuesta a la pregunta ¿qué es mejor: redes sociales o páginas web? me recuerda las visitas a casa de Pedro Lamothe, cuando me preguntaban ¿qué prefieres, sopa o postre? Mi respuesta para la comida era invariablemente, lo mismo que para los medios de comunicación: “¡pues las dos!”.

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