Todavía recuerdo lo excepcional que
era hace 20 años tener acceso a Internet. En 1993 había sólo un
navegador de internet, Mosaic, y como estudiante de posgrado en
Ciencias Computacionales, tenía la posibilidad de enviarle correo a
mis compañeros y maestros. Hasta ahí llegaba la comunidad en línea.
En ese tiempo los mensajes que intercambiábamos eran “ligeros”,
textos sin formato ni gráficas incluidas. Además, cuidábamos al
extremo el no enviar documentos anexos muy grandes, pues hacerlo
podía no sólo evitar que llegara nuestra comunicación a su
destino, sino peor aún, podíamos “tirar” la red.
Diez años después, en el 2003, ya
me comunicaba por Windows Messenger con mi madre e hija, para atender
pendientes familiares o resolver dudas de tareas. En sólo 10 años,
la comunicación web había pasado de un medio para especialistas a
una plataforma de comunicación amigable para todos aquellos que
tuvieran acceso a una computadora y conexión a internet. Los
distintos manejadores de correo permitían ya enviar correos con
formato y anexar archivos hasta de 1 Mb, sólo había que tener
paciencia para que el mensaje “subiera” a la red.
Hoy día lo que sobran son medios de
acceso y plataformas de comunicación. Ya no basta con tener correo y
página web, ahora la actividad en redes sociales es parte de la
comunicación digital. Sin embargo, como tantas actividades en las
que nos enfrascamos, es importante usar correctamente las
herramientas de esta era digital, para potenciar su efecto y lograr
comunicarnos mejor. Conocer los alcances y limitaciones de cada
medio: páginas, blogs, Facebook, Twitter, Linkedin, Instagram,
Foursquare o Tumblr, es parte de lo que los ciudadanos digitales
debemos integrar a nuestro cuerpo de conocimientos. Lo que para
nuestra comunicación social es aceptable (tuitear durante todo el
día los acontecimientos de nuestra vida), para las organizaciones es
más complicado. El balance justo de contenido actualizado y de fácil
acceso en páginas web, la interacción de la comunidad en ciertos
temas de debate y opinión en Facebook, los avisos instantáneos en
Tuiter con “balazos” importantes y ligas a comunicados oficiales
“fijos” en esas páginas web institucionales, es lo que
requerimos los habitantes de la aldea digital para estar bien
comunicados e informados.
La respuesta a la pregunta ¿qué es
mejor: redes sociales o páginas web? me recuerda las visitas a casa
de Pedro Lamothe, cuando me preguntaban ¿qué prefieres, sopa o
postre? Mi respuesta para la comida era invariablemente, lo mismo que
para los medios de comunicación: “¡pues las dos!”.
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