jueves, 22 de agosto de 2013

Y luego, ¿qué vendo?

publicado el 22 de agosto de 2013, en la columna "Con peras y manzanas" del Diario de Morelos

Recuerdo que hace muchos años, a propósito de la posible construcción de un club de golf, los vecinos de esa localidad se manifestaban en contra por muchas razones, ambientales, culturales, sociales y hasta económicas; a pesar de que los promotores del club prometían una millonaria inversión y una consecuente amplia oferta laboral para los locales. Los lugareños, sin embargo, argumentaban que dicha inversión sólo traería empleos de bajo ingreso: para jardineros, meseros y mucamas, entre otros. Claramente, todos preferimos fuentes de empleo mejor remunerado, que requieran mano de obra altamente calificada y por tanto, que representen no sólo el beneficio de empleos directos, sino el de la derrama económica que esos empleos bien remunerados genera.
Las empresas de alta tecnología requieren recursos humanos altamente calificados. Son necesarios profesionistas especializados, con posgrado la mayoría de las veces. De hecho, en esta industria, para asegurar la calidad de los servicios tecnológicos, incluso el personal de servicio, mantenimiento e instalación necesita entrenamiento especial. Las universidades tecnológicas preparan técnicos superiores universitarios para este tipo de labores.
El desarrollo económico que detona la innovación de alta tecnología es la principal razón por la que otros países en el mundo han decidido impulsar esta industria con agresividad y urgencia. Sin embargo, algunos creemos que no es suficiente impulsar la gemación de empresas de alta tecnología alrededor de un sólo producto o servicio innovador, que suele ser lo acostumbrado en la mayoría de las incubadoras de base tecnológica. Este tipo de emprendimientos me recuerda la anécdota de Doña Mary, que tenía el puesto de jitomates frente a mi escuela. La buena mujer trabajaba desde las 7:00 hasta pasadas las 15:00 y nunca vi que lograra venderlo todo. Un día antes de las 8:00, se acercó la mamá de una amiga y le ofreció comprar todo el jitomate que llevaba. Doña Mary la miró extrañada y le respondió: “no m’ija, ¿cómo crees? Y luego, ¿qué vendo?”.

Para que una empresa de alta tecnología sea exitosa, requiere generar innovación basada en ciencia; es decir, ser parte de un nicho científico-tecnológico que sea suministro continuo de innovaciones tecnológicas. No basta comercializar una patente o dar un excelente servicio tecnológico. Es indispensable contar con un repertorio de conocimiento del que emerjan innovaciones continuamente. El ciclo de vida de los productos o servicios tecnológicos es muy corto. Asegurar el éxito de la industria de alta tecnología sólo es posible si volteamos a las universidades y centros de investigación, nuestras fábricas de conocimiento naturales, y tendemos puentes firmes, amplios y de doble vía, que permitan un intercambio continuo de conocimiento entre el mercado, la empresa y los investigadores.

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