jueves, 24 de octubre de 2013

Obligación y actitud

publicado el 24 de octubre de 2013, en la columna "Con peras y manzanas" del Diario de Morelos

Esta semana tuve la oportunidad de interactuar con una oficina gubernamental que a propios y extraños nos genera dolores de cabeza, el SAT. Recordé con gran claridad aquellos comerciales de mi infancia que hablaban de cómo, si no cumplías con tus obligaciones fiscales te verías con Dolores, y si sí lo hacías, te verías con Lolita. Por supuesto que Lolita era personificada por una actriz joven, atractiva, profesional y amable. El mensaje tuvo un gran impacto en la población, pues estoy segura de que todos los cuarentones que leen estas líneas recuerdan el tema de Lolita/Dolores, igual que el del “¡ciérrale!”, o de las bardas que señalaban “si la leche es poca, al niño le toca”, del extinto INPI.

Las ciencias de la comunicación se han enfocado en entender el proceso de transmisión de la información y del impacto de esta transferencia. Hoy más que nunca, ante la importancia que los medios de comunicación tienen en nuestra vida cotidiana esta disciplina del conocimiento cobra relevancia. Incluso, he podido ser testigo en estas casi cuatro décadas de cambios sustanciales en la actitud de algunos servidores públicos, gracias a elementos de comunicación organizacional muy efectivos. Y con esto, regreso al tema del SAT.

Hace veintiocho años, fui a darme de alta como contribuyente para poder extender recibos de honorarios, tenía 16 y quería dar clases de computación en una preparatoria muy conocida y reconocida en Cuernavaca. Mi primer encuentro con el sistema tributario fue de muerte lenta. Encontré pésima actitud, información encriptada, procesos obscuros e inentendibles y lo peor, un espacio en condiciones deplorables, desde la fachada hasta las sillas. Esta semana, pude presenciar todo lo contrario. Me recibió un espacio digno, limpio, bien iluminado; una recepcionista muy amable y eficiente; y finalmente, me atendió una funcionaria paciente, gentil y que conocía al derecho y al revés la plataforma del sistema tributario. Ante mi desorientación total, la Sra. Mandrujano logró enfocarme y resolver mi complicación.


Sin duda esto es un logro de las ciencias sociales y sus tecnologías habilitadoras. En media generación lograron transformar una institución de dolores y obligaciones, a otra de servicio y contribución. Aunque sabemos que falta mucho en materia normativa, saber que las estructuras son orgánicas, dependen de las personas y por lo tanto son susceptibles de mejora gracias al enfoque científico-tecnológico y la innovación en procesos y servicios, es motivo de entusiasmo y esperanza. ¡Sí se puede!

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