publicado el 22 de noviembre de 2012, en la columna "Con peras y manzanas" del Diario de Morelos
Hace
algunos años, durante un viaje fuera de México, mientras cenaba con unos
amigos, se me desprendió la resina de una muela. Más allá del dolor al morderla
y la pena al tratar de rescatarla, lo importante fue decidir sobre cómo reparar
el daño. Iban conmigo una ingeniera en electrónica, un licenciado en sistemas y
un empresario exitoso. Los tres personas en quienes confiaba plenamente,
inteligentes y buenos amigos, pero en ningún momento pensé en pedirle a alguno que
me reparara la muela. Ni siquiera se me ocurrió que podían evaluar el daño y
pedirles “le echaran un ojito”. Decidí ir al baño, enjuagar lo mejor posible la
resina, volverla a colocar en su lugar y no morder nada con el lado derecho, en
un esfuerzo por aguantar lo más posible sin consultar a un dentista.
Afortunadamente, con mucho cuidado y un par de sustos más en el viaje, logré
llegar a Cuernavaca y Maggie, mi dentista de cabecera, arregló el desperfecto.
En los
últimos años he sido testigo de una petición muy singular, que los científicos salgan
de sus laboratorios y vendan sus desarrollos; o en modo “menos ambicioso”, que
comuniquen lo que hacen en palabras sencillas, de forma amena y comprensible a
gente no experta en la materia. En el otro extremo, está pedirles que salgan
“al mundo real” y pongan una empresa para producir en grande lo que se ha
desarrollado en sus laboratorios. Es decir, le pedimos a un físico, químico o
biólogo que la haga de vendedor, comunicólogo o administrador. Y lo hacemos con
insistencia y hasta con una dosis de desdén, calificándolos de vivir en una
“zona de confort” al no querer salir de sus laboratorios y cambiar su
producción científica por una actividad comercial que tanto necesita el país.
¿Se
imaginan lo que sería de mi salud dental si, ante la necesidad de resolver un
problema urgente, le hubiera pedido a la ingeniera, al licenciado o al
empresario que dejaran su “zona de confort” y resolvieran la urgencia del
momento?
Lo que el
país necesita urgentemente es que trabajemos en equipos multidisciplinarios y
complementarios, donde quien investiga lo siga haciendo y se vincule
efectivamente con profesionistas que comuniquen, administren y vendan lo que se
desarrolla en centros de investigación mexicanos.
Zapatero a
tus zapatos, dentista a tus dientes e investigador a tu laboratorio.
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