Esta semana en el twitter me encontré
con una reflexión de un tuitero bastante pensante, que preguntaba a
sus seguidores si era casualidad que los países con más deportistas
ganadores fueran los más desarrollados científicamente. Me costó
mucho trabajo contener la cátedra sobre causa-efecto y correlación
que se me antojaba recetar en fragmentos de 140 caracteres. Ante lo
titánico de la labor, y la sensatez de utilizar cada medio de
comunicación de la mejor manera, decidí dejar pasar la “flagrante
provocación” y abordar el tema en este espacio.
Para empezar, habría que verificar los
datos de @, pues aunque sin duda Estados Unidos es un país donde
ambos indicadores son altos (deportistas y desarrollo científico),
esto no necesariamente es cierto para todos los países. Dando el
beneficio de la duda, supongamos que efectivamente, la capacidad
deportiva de un país y la científica fueran de la mano. Y que
ningún país con alto estándar en un indicador tuviera bajo el otro
(lo cual no sucede en la realidad, pero sigamos con el argumento).
Cuando vemos dos hechos coincidentes,
en este caso “deportistas ganadores” y “desarrollo científico”,
esta maravillosa máquina pensante que somos y que nos ha permitido
transformar nuestro entorno, tiende a buscar una correlación y los
“amarra causalmente”. Cuando esto sucede, debemos tener en mente
que hay varias posibilidades; no sólo que un hecho se deba al otro
(relación causa-efecto) o “gracias a”; sino que los eventos
sucedan de manera independiente; o incluso que tengan una causa
común. En este caso por ejemplo, la distribución de la riqueza
interna de un país es causa común tanto de una mayor inversión e
impulso a la actividad deportiva, como a la actividad científica.
Cuando un país tiene clara la importancia de la cultura y aplica sus
recursos en programas sociales estructurados e invierte en
investigación científica y desarrollo tecnológico, tenemos
fenómenos como los de Estados Unidos o Alemania.
Entender qué medidas y políticas
públicas impactan en nuestro desempeño como país y de qué manera
lo hacen, nos permitirá impulsar aquellos programas y proyectos que
incentiven la innovación, la ciencia y la tecnología, permitiendo
la generación de riqueza y de ahí, contar con recursos económicos
para programas sociales, culturales y deportivos. Gracias a la
inversión en CTI podremos acceder a una plataforma de bienestar y
desarrollo para todos, no sólo para unos cuantos deportistas o
artistas.
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