Una de las grandes aportaciones del pensamiento científico
es la capacidad de observar y analizar hechos para entenderlos mejor y aprender
de ellos. En lo personal considero que ese es papel fundamental de la
comunicación pública de la ciencia, lograr que más personas incorporemos el
pensamiento científico en nuestras vidas cotidianas. Cuidar la veracidad de la
información que recibimos, incluso cuando lo hacemos de primera mano, es parte
fundamental del proceso. Tratar de mantener la objetividad durante el análisis
de los hechos, aunque difícil, también es importante para llegar a conclusiones
más justas y con el menor sesgo posible. Finalmente, extraer lo relevante de
las situaciones que sometimos a observación y análisis es esencial en el
proceso, nos transforma mediante el aprendizaje y nos mejora siempre.
Recientemente encontré, en un accidente de tránsito, el
ejemplo ideal para explicitar lo que hace unas semanas llamé “responsabilidad
consciente”. En un lado, tenemos un cruce peligroso, donde la curva de una de
las calles dificulta la visibilidad. Por el otro lado, tenemos el componente
humano, un par de automovilistas que estaban a 100 metros de su destino. Por la
magnitud de impacto (ambos autos fueron pérdida total), alguno iba a exceso de
velocidad (a 50 km/hr no hay manera de que ese encontronazo tuviera tremendas
consecuencias). Sin embargo, cuando los peritos de tránsito preguntaron a los
conductores su versión de los hechos, lo primero que dijo uno de ellos fue: “yo
no me siento responsable”. El otro respondió, “yo me siento moralmente
responsable”. Tras revisar la posición de los autos
después del choque y las marcas en el pavimento, los peritos y los ajustadores
de ambas compañías concluyeron que el segundo conductor era el afectado, y que
el culpable del incidente era aquel que no sentía responsabilidad alguna, pues
iba en exceso de velocidad, invadiendo carril, de subida e incorporándose a una
vialidad preferente. El conductor afectado se sentía responsable porque no vio
al auto contrario.
Asumir la consecuencia de nuestros actos, por definición,
nos permite tomar mejores decisiones. Cada compra que hacemos, cada opinión que
externamos o cada alternativa que elegimos contribuye al México que tenemos.
Compremos, opinemos y elijamos más responsablemente. Fortalezcamos la industria
nacional, promoviendo la innovación y comprando lo diseñado en México.
Reduzcamos los niveles de contaminación, disminuyendo la basura que producimos
y transportándonos más limpiamente. Actuemos todos desde la trinchera
individual y detonemos la sociedad del conocimiento. Seamos los morelenses que
un mejor Morelos se merece.
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